Rosali de castro a mi madre
¡cuán breves... cuán largos son!...
Cómo van unos despacio,
y otros con paso veloz...
Mas siempre cual vaga sombra
atropellándose en pos,
ninguno de cuantos fueron,
un débil rastro dejó.
¡Cuán negras las nubes pasan,
cuán turbio se ha vuelto el sol!
¡Era un tiempo tan hermoso!...
Mas ese tiempo pasó.
Hoy, como pálida luna
ni da vida ni calor,
nipresta aliento a las flores,
ni alegría al corazón.
¡Cuán triste se ha vuelto el mundo!
¡Ah!, por do quiera que voy
sólo amarguras contemplo,
que infunden negro pavor,
sólo llantos y gemidos
que no encuentran compasión...
¡Qué triste se ha vuelto el mundo!
¡Qué triste le encuentro yo!...
II
¡Ay, qué profunda tristeza!
¡Ay, qué terrible dolor!
¡Tendida en la negra caja
sin movimiento ysin voz,
pálida como la cera
que sus restos alumbró,
yo he visto a la pobrecita
madre de mi corazón!
Ya desde entonces no tuve
quien me prestase calor,
que el fuego que ella encendía
aterido se apagó.
Ya no tuve desde entonces
una cariñosa voz
que me dijese: ¡hija mía,
yo soy la que te parió!
¡Ay, qué profunda tristeza!
¡Ay, qué terrible dolor!...
¡Ella ha muerto y yo estoy viva!¡Ella ha muerto y vivo yo!
Mas, ¡ay!, pájaro sin nido,
poco lo alumbrará el sol,
¡y era el pecho de mi madre
nido de mi corazón!
I
¡Ay!, cuando los hijos mueren,
rosas tempranas de abril,
de la madre el tierno llanto
vela su eterno dormir.
Ni van solos a la tumba,
¡ay!, que el eterno sufrir
de la madre, sigue al hijo
a las regiones sin fin.
Mas cuando muere una madre,
único amor quehay aquí;
¡ay!, cuando una madre muere,
debiera un hijo morir.
II
Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.
En su regazo amoroso,
soñaba... ¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.
Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritióse en su pecho.Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.
La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho...
Tengo otra madre en lo alto...
¡por eso yo no me he muerto!
I
Ya pasó la estación de los calores,
y lleno el rostro de áspera fiereza,
sobre los restos de las mustias flores,
asoma el crudo invierno su cabeza.
Por el azul del clarofirmamento
tiende sus alas de color sombrío,
cual en torno de un casto pensamiento
sus alas tiende un pensamiento impío.
Y gime el bosque y el torrente brama,
y la hoja seca, en lodo convertida,
dale llorosa al céfiro a quien ama
la postrera, doliente despedida.
II
Errantes, fugitivas, misteriosas,
tienden las nubes presuroso el vuelo,
no como un tiempo cándidas y hermosas,
sí llenas deamargura y desconsuelo.
Más allá... más allá... siempre adelante
prosiguen sin descanso su carrera;
bañado en llanto el pálido semblante,
con que riegan el bosque y la pradera.
Que enojada la mar donde se miran
y oscurecido el sol que las amó,
sólo saben decir cuando suspiran:
Todo para nosotras acabó.
III
Suelto el ropaje y la melena al viento,
cual se agrupan en torno de la luna...locas en incesante movimiento,
remedan el vaivén de la fortuna.
Pasan, vuelven y corren desatadas,
hijas del aire en forma caprichosa,
al viento de la noche abandonadas
en la profunda oscuridad medrosa.
Tal en mi triste corazón inquietas,
mis locas esperanzas se agitaron,
y a un débil hilo de placer sujetas,
locas... locas también se quebrantaron.
IV
Ya toda luz se oscureció en el cielo,cubriéronse de luto las estrellas,
y de luto también se cubrió el suelo,
entre risas, gemidos y querellas.
Todo en profunda noche adormecido,
sólo el rumor del huracán se siente
y se parece su áspero silbido
al silbido feroz de una serpiente.
¡Cuán tenebrosa noche se prepara!...
Mas al abrigo de amoroso techo,
grato es pensar que la hórrida tormenta
no ha de agitar la colcha de mi...
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