Roy Lichtenstein: El Arte Como Arma Y La Pequeña Muerte

El Arte Como Arma Y La Pequeña Muerte

¿Puede el arte matar? ¿Debe el arte matar? Roy Lichtenstein lo comprendió mejor que nadie, trató de advertirnos como mínimo dos veces antes de verse forzado a ahorrarnos el arduo padecimiento de aprender a leer una imagen. Al arte no le alcanza con expresar, transmitir, innovar, abrir debates, conmover, emocionar o con ser reflejo de la cultura de unperiodo determinado de la historia. Se vive con tanta distracción, tanta insensibilidad, en tal aletargamiento que lo único que nos puede despertar es la muerte. Liechtenstein nos muestra, tal vez inconscientemente, que el arte, aun como elemento revolucionario, no hace suficiente con incomodar. Tiene que matar.

El arte como arma, como herramienta, puede cumplir varias funciones relativas alusuario. De esta manera se puede hablar del arte como arma diplomática, a lo largo de la historia hay incontables ejemplos de obras de arte camufladas de ofrendas, la Orquesta Filarmónica de New York interpretando The Star Spangled Banner (himno nacional estadounidense) en una presentación en Pyongyang, Corea Del Norte puede celebrarse como una histórica hazaña de diplomacia musical.
Así también sepuede presentar el arte como un arma política, el caso más representativo en la actualidad es el artista británico conocido simplemente como Banksy, un artista callejero, azote de muros, paredes y museos, provocador antibelicista, de probada agudeza con lacas, esténcils y grafitis, una vertiente bastarda del arte si se quiere. Cuenta con obras de importante calibre, como la serie de pinturas querealizó sobre el muro de la vergüenza construido por Israel en territorios ocupados de Cisjordania o la réplica tamaño natural de un prisionero de Guantánamo que pintó en la montaña rusa Big Thunder de Disney World entre otras.
En el mismo sentido el arte puede usarse como arma social, como arma de lucha, como arma subversiva y, aunque suene contradictorio, como arma de paz.

Pero no son estos casossobre los que aboga Lichtenstein, en ellos, el arma nunca se dispara porque quien tiene su dedo sobre el gatillo es el artista, y este necesita del observador como rehén para alcanzar sus objetivos. No hay muertes aquí.
Para ahuyentar fantasmas, cabe aclarar que Lichtenstein no propone el arma como arte. Más allá de las intenciones, un arma sigue siendo un arma, y no es la clase de muerte queesta brinda la que se necesita. Es válida la mención, ya que se puede encontrar ejemplos de esto también.
Jakob S. Boeskov, un artista norteamericano acudió, en 2002, a una feria de muestras de armamentos celebrada en China para presentar una nueva arma, un rifle que utilizaba microchips como proyectiles y que permitía a la policía disparar a larga distancia contra los sospechosos para luegocontrolar sus movimientos vía satélite. Tal arma no existe, era un diseño propio del artista, pero se convirtió en una de las estrellas de la feria. “Tan pulidas. Tan metálicas y tan perfectas. (…) Son hermosas y siniestras al mismo tiempo, (…) Los surrealistas habrían enloquecido con este ready-made. (…) Acaba de ocurrírseme que la firma del señor Kalashnikov vale tanto como la del señor Mutt.”(Pérez-Reverte 91)

Otro elemento a despejar es la muerte misma, no se trata de formar parte de la Sociedad de Conocedores del Asesinato de la que habla Thomas De Quincey en Del asesinato como una de las bellas artes. “Sus miembros se declaran curiosos de todo lo relativo al homicidio, amateurs y dilettanti de las diversas modalidades de la matanza, aficionados al asesinato. Cada vez que en los analesde la policía de Europa aparece un nuevo horror de esta clase se reúnen para criticarlo como harían con un cuadro, una estatua u otra obra de arte.” (De Quincey 7)

Empezamos a darnos cuenta de que la composición de un buen asesinato exige algo más que un par de idiotas que matan o mueren, un cuchillo, una bolsa y un callejón oscuro. El diseño, señores, la disposición del grupo, la luz y la...