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Páginas: 12 (2853 palabras)
Publicado: 1 de abril de 2013
Fuente:Susana Chertudi, Cuentos Folklóricos de la Argentina (1a. serie). Instituto Nacional de Filología y Folklore, Bs. As., 1960.
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Hace ya mucho tiempo había un pobre sastre que debía dinero a todo el mundo. Le debía al carnicero, al panadero, a la tienda, al almacenero, al verdulero, al boticario, al médicoy al zapatero. Ganaba con su oficio muy poca plata y eso no le alcanzaba ni siquiera para poder vivir en la forma más modesta. Cada día más amargado por eso. Decidió una vez hacerse el muerto, para que todos los vecinos acreedores le perdonen sus deudas.
Al recibir la noticia, que corrió enseguida de boca en boca, la gente del lugar se sintió conmovida y se olvidó de los reales que tañíanque cobrarle al pobre sastre. El único que se negó a perdonar fue el zapatero del pueblo, avaro y testarudo.
–A mí me debe un real y me lo va a pagar por más muerto que esté –dijo–. Me lo va a pagar como que hay un solo Dios verdadero.
De acuerdo a la costumbre de aquella época, los amigos del sastre llevaron a la noche su cadáver para ser velado en la iglesia, hasta que llegara la hora deir a sepultarlo en el cementerio. El zapatero se fue a la iglesia, se arrimó al cajón donde estaba el sastre y le gritó:
–¡Dame mi real, dame mi real!
En eso estaba, cuando al sentir la llegada de unas cuantas personas, el zapatero se apresuró a esconderse en un confesionario. Los que llegaban eran unos ladrones que venían a repartirse allí el dinero que habían robado en sus andanzas. Lohicieron en siete montones, uno de más, porque ellos sólo eran seis.
–¿Para quién es el montón de más? –preguntó uno.
–Para el que le dé al muerto una puñalada en la barriga –le respondió el jefe,
Al oírlo, el ladrón que había hecho ¡a pregunta dijo:
–Yo se la daré.
Se acercó así al muerto, y ya le iba a clavar su cuchillo, cuando el muerto se levantó de un gran salto, gritando:–¡Ayudemén los difuntos!
–¡Allá vamos todos juntos! –contestó el zapatero desde su escondite del confesionario.
Entonces los bandidos, temblando de miedo, se olvidaron del reparto del dinero y salieron de la iglesia corriendo como avestruces perseguidos.
Mientras tanto el zapatero le decía al sastre:
–Ahora dame mi real, dame mi real.
El sastre, que se había apoderado de todo eldinero de los ladrones, no quería dárselo y el zapatero le repetía con rabia:
–¡Dame mi real, dame mi real!
Uno de los bandidos, el más valiente de todos ellos, se detuvo en su carrera y le dijo a los otros:
–Esperen, esperen aquí. Yo voy a ver qué es lo que pasa allá en la iglesia.
La casualidad quiso que llegara a ella en el mismo instante en que el zapatero le decía al sastre:...
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