Russell Bertrand Autoridad E Individuo
por
BERTRAND RUSSELL
Primera edici�n en ingl�s, 1949
Primera edici�n en espa�ol, 1949
Primera reimpresi�n, 1950
Segunda reimpresi�n, 1954
Tercera reimpresi�n, 1961
Cuarta reimpresi�n, 1967
Quinta reimpresi�n, 1973
Traducci�n de
MARCARA VILLEGAS
T�tulo original:
Authority and the Individual
� 1949 George Alien & Unwin, Ltd., Londres D. R. � 1949 FONDO DE CULTURA ECON�MICA
Av. de la Universidad, 975; M�xico 12, D. F.
Impreso en M�xico
�NDICE
Nota preliminar.
I. La cohesi�n social y la naturaleza humana.
II. La cohesi�n social y el Gobierno.
III. La funci�n de la individualidad.
IV. El conflicto entre la t�cnica y la naturaleza humana.
V. La intervenci�n y la iniciativa: sus esferas respectivas.
VI. �tica del individuo y �tica social.
NOTA PRELIMINAR
He contado, en la preparaci�n de este libro, con la asistencia vital de mi esposa,
Patricia Russell, no s�lo por lo que respecta a los detalles, sino tambi�n a las
ideas generales y a su aplicaci�n a las circunstancias actuales.
I LA COHESI�N SOCIAL Y LA
NATURALEZA HUMANA
El problema fundamental que me propongo tratar en este ensayo es el siguiente: �c�mo podemos combinar el grado de iniciativa individual necesario para el
progreso con el grado de cohesi�n social indispensable para sobrevivir?
Empezar� por los impulsos de la naturaleza humana que hacen posible la
cooperaci�n social. Primero examinar� las formas que tomaron estos impulsos
en las comunidades m�s primitivas y, despu�s, las adaptaciones que trajeron consigo las organizaciones sociales al cambiar gradualmente seg�n iba
avanzando la civilizaci�n. A continuaci�n considerar� el alcance y la intensidad
de la cohesi�n social en diversas �pocas y diversos lugares, hasta llegar a las
comunidades de nuestros d�as, y las posibilidades de nuevos desarrollos en un
futuro no muy lejano.
Despu�s de esta exposici�n de las fuerzas que mantienen unida a la sociedad me ocupar� del otro aspecto de la vida del hombre en las comunidades, es decir,
la iniciativa individual, mostrando la parte que �sta ha desempe�ado en las
diferentes fases de la evoluci�n humana, la parte que desempe�a en la
actualidad y las consecuencias futuras del exceso o de la falta de iniciativa, en
individuos y grupos. Luego abordar� uno de los problemas fundamentales de nuestro tiempo, es decir, el conflicto entre la organizaci�n y la naturaleza
humana, creado por la t�cnica moderna O, en otras palabras, el divorcio del
m�vil econ�mico y de los impulsos de creaci�n y de posesi�n. Una vez
planteado este problema, considerar� lo que se puede hacer para resolverlo y,
por �ltimo, examinar�, desde el punto de vista �tico, la relaci�n total entre el pensamiento, el esfuerzo y la imaginaci�n individual, por una parte, y la
autoridad de la comunidad por otra.
En todos los animales sociales, incluyendo al hombre, la cooperaci�n y la unidad
de un grupo se fundan, en cierto modo, en el instinto. Esto es m�s completo en
las hormigas y en las abejas, que aparentemente nunca muestran inclinaci�n a
efectuar actos antisociales y permanecen siempre fieles al hormiguero o la colmena. Hasta cierto punto podemos admirar este r�gido cumplimiento del
deber p�blico, pero hay que reconocer que tiene sus inconvenientes, pues ni las
hormigas ni las abejas crean grandes obras de arte, ni hacen descubrimientos
cient�ficos, ni fundan religiones que ense�en que todas las hormigas son
hermanas. Su vida social es, en efecto, mec�nica, precisa y est�tica. Pero nosotros no tenemos inconveniente en que la vida humana tenga un elemento de
turbulencia si con eso nos libramos de un estancamiento evolutivo semejante.
El hombre primitivo era una especie d�bil y escasa, cuya supervivencia fue
precaria en su principio. En alguna �poca sus antepasados descendieron de los
�rboles y perdieron la ventaja de tener pies con dedos prensil�, s, pero ganaron ...
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