Russwell

Páginas: 273 (68019 palabras) Publicado: 5 de junio de 2015
En enero de 1995 un excámara de
la Fuerza Aérea de los Estados
Unidos vendió a un productor de
televisión británico 90 minutos de
una película top secret. En ella se
recogían las imágenes que él rodó
en 1947 durante las autopsias
practicadas a unos presuntos
extraterrestres.
Meses después esas imágenes se
publicaron y emitieron por los
medios de comunicación de todo el
mundo, levantando unafuerte
polémica. ¿Recogen realmente esas
escenas
imágenes
de

extraterrestres? ¿Pertenecen a la
tripulación del OVNI que en julio de
1947 se estrelló en Roswell Nuevo
México, y que los militares
norteamericanos recuperaron en
secreto?

Javier Sierra

Roswell. Secreto
de estado
ePub r1.0

Octopussy 03.05.14

Título original: Roswell. Secreto de
Estado
Javier Sierra, 1995
(2013, reedición en formatoelectrónico)
Imagen de la portada: Shutterstock
Apéndice 1: Javier Sierra, 2001
Nota introductoria y apéndice 2: Javier
Sierra, 2013
Editor digital: Octopussy
ePub base r1.1

A todos aquellos que, en su
búsqueda íntima de la
verdad, se han sentido alguna
vez empujados por una
«Fuerza Mayor».
Y en especial, a mis padres.
Por educarme en libertad.

Por qué se reedita
esta obra
Hace casi veinteaños publiqué mi
primer libro. Éste. Lo escribí del tirón,
en apenas veintiún días, sentado frente a
una vieja puerta de madera convertida
en improvisada mesa de trabajo, con
vistas al Mediterráneo, en la casa que
mis padres tuvieron en la costa del
Azahar. Su argumento surgió con el
ímpetu de las cosas vividas en primera
persona. Después de algunos meses de
encadenar de forma casi milagrosa
viajespor los Estados Unidos, Italia y

Francia, tenía tanto que contar que la
aventura
emergió
a
borbotones,
imparable. Ahora, casi dos décadas más
tarde, al releer estas líneas de juventud,
reencontrarme con su pureza de
intenciones y su sentido de la justicia me
conmueve. Roswell. Secreto de Estado
fue el fruto de la apasionada búsqueda
de respuestas a algo que en aquellos
años formaba parte de miscertezas
vitales y que, para mi sorpresa, sólo
provocaba indiferencia o sonrisas
burlonas entre quienes me rodeaban.
Creía que este planeta llevaba milenios
siendo visitado, controlado incluso, por
inteligencias de otros mundos, y sin

calcular las consecuencias que podría
acarrear una seguridad como aquélla me
lancé a intentar demostrárselo al mundo.
«¿Y dónde están tus pruebas?», me
preguntabanlos más incrédulos. «¡Las
encontraré!», les decía.
Hasta 1991 no tuve la primera buena
ocasión de cumplir con semejante
promesa. Tras unos años precoces
consagrados a entrevistar a personas que
habían visto ovnis en mi entorno (entre
ellos, curtidos marineros de Vinaroz;
algún que otro médico, y hasta un par de
veteranos periodistas del Maestrazgo),
la llamada telefónica de un verdadero
expertofue la culpable de ponerme tras

las huellas del «gran caso». Al otro lado
del auricular estaba Antonio Ribera, el
decano de la investigación ufológica en
España. Llevaba carteándome con él
desde que tenía quince años, y en ese
tiempo se había convertido en el abuelo
que nunca tuve. Él me recomendó que
aprendiera inglés si quería acceder a la
mejor bibliografía sobre misterios del
mundo; me abrióel apetito por asuntos
tan dispares como los moais de la isla
de Pascua o la exploración submarina, y
me enseñó el valor de contar bien las
cosas. Aquella tarde, emocionado, me
comunicó que le habían invitado a
participar en un congreso internacional

sobre No Identificados en Tucson,
Arizona, y me pidió que le acompañara
como su asistente personal. Antonio
tenía por entonces setenta y un años,acababa de sufrir un importante
contratiempo cardíaco y no se
encontraba con las fuerzas necesarias
para emprender un viaje de semejante
envergadura a solas. Y yo, claro, acepté.
Nunca había estado en América, y la
posibilidad de hacerlo junto a
investigadores de todo el mundo que
sólo conocía por sus libros me
convenció. Sin embargo, no fue ése el
argumento definitivo. De repente mi
mirada se...
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