símbolo

Juan José Sánchez, «Símbolo», en C. Floristán y J.-J. Tamayo (eds.)
Conceptos fundamentales de pastoral, Cristiandad, Madrid, 1983, 961-971.

SIMBOLO

i. Crisis y recuperación del símbolo

Pocas veces habrá estado el símbolo tan seriamente amenazado por la razón imperante como en la cultura científico-técnica, instrumental-capitalista, que domina hoy en todos los ámbitos de la existenciahumana. Ante el poder de esta razón dominante e invasora, el símbolo aparece en su más desnuda pobreza y fragilidad. Pero esta misma situación de amenaza está revelando, al mismo tiempo, que la pobreza y fragilidad del símbolo son justamente su riqueza y verdad. Todas las ciencias del hombre vienen reconociendo desde el siglo pasado que el símbolo -el pensamiento mítico-simbólico- contiene unaverdad que no puede agotar razón alguna. Una verdad frágil, pero fundamental para la identidad del ser humano y el sentido de su vida e historia. Puede que lo más valioso de la denominada cultura postmoderna sea también el intento de recuperar esta verdad, la verdad de los símbolos y de todos los lenguajes olvidados o reprimidos en la tan poco ilustrada modernidad1.
Esta situación de crisis ymarginación del lenguaje simbólico afecta muy directamente al cristianismo, pues éste es también, en su núcleo esen­cial, una verdad tan profunda como frágil que sólo se deja decir en el símbolo. Su centro, Jesús, el Cristo, es el misterio mismo de Dios en la historia y, en cuanto tal, es el símbolo supremo de la fe. A partir de él, todas las realidades que configuran el cristianismo: la fe misma, lacomunidad eclesial, la celebración de la fe y los sacramentos, la existencia cristiana y la reflexión teológica, tienen una fundamental dimensión simbólica que constituye su verdad, aunque también su fragilidad. Al entrar en crisis el símbolo, el cristianismo en su totalidad tenía que sufrir necesariamente el impacto. En la cultura tecnológico-instrumental el cristianismo (y, en mayor o menormedida, todas las religiones) queda relegado al silencio, marginado al ámbito de lo individual-emocional, despojado de legitimación racional.
Pero esta crisis, como la del símbolo mismo, puede convertirse en un kairos que permita al cristianismo reencontrar su propia verdad y su lugar en el mundo. Para ello será preciso redescubrir la estructura, la lógica y la verdad del símbolo y mostrar su derecho aocupar un lugar propio en el diálogo racional, en la cultura. A esta exigencia responde el modo de abordar este concepto en lo que sigue.

ii. Aproximación a la verdad del símbolo

La verdad del símbolo es frágil, y esta fragilidad es su riqueza. El símbolo tiene tanta densidad que no se deja clasificar fácilmente ni se agota en la visión de una sola ciencia. Su riqueza desborda todadefinición y le hace ambiguo, polisémico, libre e incómodo. El símbolo, en efecto, desconcierta a la razón instrumental dominante, obsesionada por la evidencia, la claridad y univocidad, y es marginado por eso del ámbito de la racionalidad. Pero esa misma riqueza es también la que fascina a tantas ciencias humanas (desde la semiótica hasta la teología, pasando por la antropología cultural, la psicología,la sociología y las ciencias de la religión) que se ocupan cada vez más de él y nos ofrecen ya tal cúmulo de información sobre su realidad que es difícil lograr una visión integral y unitaria del mismo. Intentemos, sin embargo, acercamos a lo que le define más propiamente.
Las posturas extremas en la determinación del símbolo son, de una parte, la retórica clásica y la razóninstrumental-positivista actual que lo reducen al nivel de signo, y, de otra, el romanticismo y las formas actuales de exoterismo e irracionalismo que lo exaltan a despecho de toda razón. Ambas posturas se tocan en el fondo y ambas desconocen su verdad. La verdad del símbolo, lo específico suyo, es, como su etimología sugiere, unir, integrar, no dividir y excluir. El símbolo pertenece al mundo de los signos, pero no...