Sabiduría De Un Pobre
DE UN POBRE
Eloi Leclerc
Prefacio
La palabra más terrible que haya sido pronunciada contra nuestro tiempo es quizá ésta: “Hemos perdido la ingenuidad.” Decir eso no es condenar necesariamente el progreso de las ciencias y de las técnicas de que está tan orgulloso nuestro mundo. El progreso es en sí admirable. Pero es reconocer que este progreso no se ha realizadosin una pérdida considerable en el plano humano. El hombre, enorgullecido de su ciencia y de sus técnicas, ha perdido algo de su simplicidad.
Apresurémonos a decir que no había solamente candor y simplicidad en nuestros padres. El cristianismo había asumido la vieja sabiduría campesina y natural nacida al contacto del hombre con la tierra. Había, sin duda, todavía mucho más de tierra que decristianismo en muchos de nuestros mayores. Más de pesadez que de gracia. Pero el hombre tenía entonces raíces poderosas.
Los impulsos de la fe, como las fidelidades humanas, se apoyan sobre adhesiones vitales e instintivas particularmente fuertes. Y no estaban de ningún modo sacudidas o enervadas. El hombre participaba del mundo, ingenuamente.
Al perder esta “ingenuidad”, el hombre ha perdidotambién el secreto de la felicidad. Toda su ciencia y todas sus técnicas le dejan inquieto y solo. Solo ante la muerte. Solo ante sus infidelidades y las de los otros, en medio del gran rebaño humano. Solo en los encuentros con sus demonios, que no le han desertado. El algunas horas de lucidez el hombre comprende que nada, absolutamente nada, podrá darle una alegre y profunda confianza en la vida, amenos que recurra a una fuente que sea al mismo tiempo una vuelta al espíritu de infancia. La palabra del Evangelio no ha aparecido jamás tan cargada de verdad humana: “Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos.”
En este camino que conduce al espíritu de infancia, un hombre tan simple y tan pacificado como San Francisco de Asís tiene algo que decirnos. Algo crucial ydecisivo. Este santo de la Edad Media nos está asombrosamente próximo. Parece haber sentido y comprendido nuestro drama de antemano, él que escribía: “Salve, Reina Sabiduría, que Dios te salve con tu hermana la pura simplicidad.” Sentimos demasiado claro que no puede haber sabiduría para nosotros que somos tan ricos en ciencia sin una vuelta a la pura simplicidad. Pero ¿quién mejor que el pobre deAsís puede enseñarnos lo que es la pura simplicidad?
Es la sabiduría de San Francisco lo que se propone evocar en este libro: su alma, su actitud profunda ante Dios y ante los hombres. No hemos tratado de escribir una biografía. Sin embargo, nos hemos atenido a la fidelidad. Una fidelidad menos literal, menos interior, más profunda que la del simple relato histórico. Se puede abordar una vida comola de San Francisco desde el exterior intentando penetrar en el alma del santo poco a poco, a partir de los hechos. Este proceso es normal y siempre necesario. Pero cuando se ha hecho esto y se ha llegado a sí a penetrar algo en su riqueza interior, se puede intentar expresarla y hacer sensible esta plenitud. Y puede ser que entonces se deba recurrir a un modo de expresión más parecido al arte quea la historia propiamente dicha, si no se quiere traicionar la riqueza percibida. Con este cuidado de fidelidad, más espiritual que literal, hemos procurado hacer sensible al lector la experiencia franciscana bajo su doble aspecto. Por un lado, esta experiencia rezuma sol y misericordia. Por otra parte, se hunde en la noche de los grandes desnudamientos. Estos dos aspectos son inseparables. Lasabiduría del pobre de Asís, por muy espontánea y radiante que nos parezca, no ha escapado a la ley común: ha sido fruto de la experiencia y de la prueba. Ha madurado lentamente en un recogimiento y despojamiento que no han cesado de profundizarse con el tiempo.
Este despojo llegó a su cumbre en la crisis gravísima que sacudió a la Orden y que sintió él mismo de una manera extremadamente...
Regístrate para leer el documento completo.