sabueso de los vasquerville
El Sabueso de los Baskerville
El Sabueso de los Baskerville
Agosto 1901 – Mayo 1902
Sir Arthur Conan Doyle
Sherlock-Holmes.es
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El Sabueso de los Baskerville
ÍNDICE
Capítulo
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
El señor Sherlock Holmes
La maldición de los Baskerville
El problema
Sir Henry Baskerville
Tres cabosrotos
La Mansión de los Baskerville
Los Stapleton de la casa Merripit
Primer informe del doctor Watson
La luz en el páramo
Fragmento del diario del Dr. Watson
El hombre del risco
Muerte en el páramo
Preparando las redes
El sabueso de los Baskerville
Examen retrospectivo
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El Sabueso de los Baskerville
La idea paraeste relato me la
proporcionó mi amigo, el señor Fletcher
Robinson, que me ha ayudado además
en la línea argumental y en los detalles
de ambientación.
Arthur Conan Doyle
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El Sabueso de los Baskerville
CAPÍTULO UNO
EL SEÑOR SHERLOCK HOLMES
El señor Sherlock Holmes, que de ordinario se levantaba muy tarde, excepto en las ocasiones
nada infrecuentes en que no se acostaba en todala noche, estaba desayunando. Yo, que me hallaba
de pie junto a la chimenea, me agaché para recoger el bastón olvidado por nuestro visitante de la
noche anterior. Sólido, de madera de buena calidad y con un abultamiento a modo de empuñadura,
era del tipo que se conoce como «abogado de Penang» 1 . Inmediatamente debajo de la protuberancia
el bastón llevaba una ancha tira de plata, de más de doscentímetros, en la que estaba grabado «A
James Mortimer, M.R.C.S. 2 , de sus amigos de C.C.H.», y el año, « 1884». Era exactamente la clase
de bastón que solían llevar los médicos de cabecera a la antigua usanza: digno, sólido y que inspiraba
confianza.
-Veamos, Watson, ¿a qué conclusiones llega?
-¿Cómo sabe lo que estoy haciendo? Voy a creer que tiene usted ojos en el cogote.
-Lo quetengo, más bien, es una reluciente cafetera con baño de plata delante de mí -me
respondió-. Vamos, Watson, dígame qué opina del bastón de nuestro visitante. Puesto que hemos
tenido la desgracia de no coincidir con él e ignoramos qué era lo que quería, este recuerdo fortuito
adquiere importancia. Descríbame al propietario con los datos que le haya proporcionado el examen
del bastón.
-Me parece-dije, siguiendo hasta donde me era posible los métodos de mi compañero- que el
doctor Mortimer es un médico entrado en años y prestigioso que disfruta de general estimación,
puesto que quienes lo conocen le han dado esta muestra de su aprecio.
-¡Bien! -dijo Holmes-. ¡Excelente!
-También me parece muy probable que sea médico rural y que haga a pie muchas de sus visitas.
-¿Por qué dice eso?-Porque este bastón, pese a su excelente calidad, está tan baqueteado que difícilmente imagino
a un médico de ciudad llevándolo. El grueso regatón de hierro está muy gastado, por lo que es
evidente que su propietario ha caminado mucho con él.
-¡Un razonamiento perfecto! -dijo Holmes.
-Y además no hay que olvidarse de los «amigos de C.C.H.». Imagino que se trata de una
asociación local de cazadores3 , a cuyos miembros es posible que haya atendido profesionalmente y
que le han ofrecido en recompensa este pequeño obsequio.
-A decir verdad se ha superado usted a sí mismo -dijo Holmes, apartando la silla de la mesa del
desayuno y encendiendo un cigarrillo-. Me veo obligado a confesar que, de ordinario, en los relatos
con los que ha tenido usted a bien recoger mis modestos éxitos, siempreha subestimado su habilidad
personal. Cabe que usted mismo no sea luminoso, pero sin duda es un buen conductor de la luz. Hay
personas que sin ser genios poseen un notable poder de estímulo. He de reconocer, mi querido
amigo, que estoy muy en deuda con usted.
Hasta entonces Holmes no se había mostrado nunca tan elogioso, y debo reconocer que sus
palabras me produjeron una satisfacción muy...
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