Sacerdote
Para algunas personas puede ser un simple deporte. Para otra gente un tipo de diversión. Pero para mi es algo más allá de eso, algodifícil de explicar. Es mi pasión, lo que me hace levantarme en la mañana, lo que me lleva a caminar, mi motivación. El fútbol es mi motor en la vida.Muchos no sabrán de lo que hablo, pero hay que sentir el fútbol para saberlo. Son tantos los sentimientos que se viven dentro de un campo de juego. Eldulce sabor del triunfo, la amargura de la derrota. La alegría al tirar un caño, la humillación al ser victima de uno. La satisfacción de ganar un balóndisputado, la decepción al perderlo. El orgullo al ganar un final, el inmenso desconsuelo al ver como otro equipo da la vuelta olímpica en tu propia cara.Para mi el fútbol es como una gran obra de teatro. Con tan solo un balón, dos arcos y 22 jugadores el campo de juego se convierte mágicamente en elescenario donde miles de personas observan atentamente el espectáculo. Esta, al igual que todas las obras, tiene personajes mágicos. El villano, que te agredefracturándote la pierna de una patada. El guardián, ese arquero que protege su arco como si fuera una fortaleza. El capitán, que ordena a sus jugadorescomo si fueran tripulantes. El mago, que hace lo que nadie puede y tira un caño sobre la línea de banda. El héroe, que salva a su equipo metiendo un gol enel minuto 90. En fin algo que parece tan tonto, como que 22 personas corran detrás un balón sin parar, es pasión de multitudes en el mundo entero.
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