Salario docentes

PARTE II: LA AMANTE [1] Virginia Vallejo: «Este tipo es el autor intelectual de todo lo que pasó»

En junio de 2006, cuando se anunció que en pocas semanas comen-

zaría la audiencia pública del juicio a Alberto Santofimio Botero, sindicado del asesinato del líder del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán Sarmiento, contacté a Virginia Vallejo, a quien había conocido cerca de diez meses antes,para ver si estaría dispuesta a darme un testimonio con el que pudiera escribir una historia para El Nuevo Herald de Miami, del que era corresponsal en Colombia. La conocí por intermedio del director de Noticias de Caracol Televisión, Diego Fernando Patiño. Inicialmente, Virginia Vallejo, quien deploraba estar viviendo en la miseria, al amparo de su madre, me propuso que publicara la enrevesadahistoria de una batalla jurídica en la que estaba enfrascada en Colombia contra una familia de un obispo mormón, de nacionalidad estadounidense que, alegaba, le había robado un negocio de representación comercial de gran crecimiento, según ella, en el que había invertido y perdido todo su capital. Virginia Vallejo me sostenía que el mormón y su familia habían, supuestamente, sobornado jueces y aun alos mismos abogados de ella quienes en forma sucesiva, aseguraba, fueron desertando del litigio. Tras escuchar sus explicaciones sobre el caso, le contesté que no podía escribir una historia para el diario por tratarse de un pleito entre particulares sin ninguna clase de interés público, a mi modo de ver. No obstante, le presenté a un abogado amigo mío con quien no llegó a ningún acuerdo para quela defendiera en los pleitos y le aconsejé que acudiera a una organización no gubernamental de juristas especializados en la defensa de los derechos humanos que tampoco asumió el caso.
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Durante ese tiempo mantuve conversaciones esporádicas con ella en las que los temas principales fueron sus relaciones amorosas con los hombres más acaudalados de Colombia: desde JulioMario Santo Domingo (a quien contaba haberle sido infiel con un acaudalado lord que él mismo le había presentado) hasta el narcotraficante y genocida Pablo Escobar, quien aseguraba le había hecho el favor de amedrentar a su último ex marido, David Stivel, para que dejara de ser renuente a presentarse en una notaría a la que, tembloroso, finalmente acudió a firmar un acta de divorcio. Contaba que fue laprimera de muchas gentilezas que tuvo el narcotraficante con ella. Varias veces fuimos a cenar, en compañía de amigos míos que también se extasiaban oyéndola hablar de sus romances asombrosos. Sin duda alguna, cinematográficos. «Ningún hombre demasiado rico es buen amante», concluyó una noche de lluvia bogotana que cenamos en Café Renault, del Parque de la 93, con mi amigo el periodista GerardoReyes. Cuando la llamé, en junio de 2006, para hablar del juicio a Santofimio, le aduje que la vida no le iba a dar otra vez la oportunidad de ayudar a esclarecer el magnicidio de Galán. Se mostró de acuerdo. Me confesó que alguna vez sucumbió dando tumbos de derivación en derivación telefónica de la Fiscalía General de la Nación, a la que llamó a ofrecer su testimonio, pero las secretarias de cadadependencia a la que la desviaban simplemente la transferían a otra y a otra, de manera que no consiguió nada. Le ofrecí examinar la posibilidad de conseguir que la Fiscalía General le recibiera el testimonio, y contacté a un par de juristas amigos, cercanos al entonces fiscal general Mario Iguarán Arana. Ambos me aconsejaron que no publicara el testimonio de Virginia Vallejo mientras no hubiera sidorecogido por la Fiscalía, principalmente para conseguir que ella pudiera tener protección y no la fueran a matar para callarla, como ocurre a menudo con los testigos en Colombia. Mientras mis amigos veían cómo ofrecerle el testimonio al fiscal general sin que se filtrara la noticia, comencé a entrevistar a
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Virginia Vallejo sobre lo que pudiera saber no sólo del...