Salombo-gustavo flaubert
La princesa de Cartago
Gustave Flaubert
Traducción: Aníbal Froufe © 2006 de la presente edición Comunicación y Publicaciones, S.A. Gran Via de les Corts Catalanes, 133, 2.ª planta 08014 Barcelona [Aquí se han corregido numerosas erratas halladas en dicha edición] Dep. Legal: B. 21.686-2006 Impreso y encuadernado por Printer Industria Gráfica N-II, Km 600. Sant Vicenç dels HortsEl autor
Gustave Flaubert es uno de los grandes escritores europeos del siglo XIX. Nacido en Ruán (Francia) en el año 1821. Algunas de sus obras, como Madame Bovary o La educación sentimental, son consideradas por la crítica novelas de referencia de la literatura universal. Preocupado por el realismo y la estética de sus obras, Flaubert hizo en 1858 un largo viaje hasta las ruinas arqueológicasde Cartago para poder documentar Salambó. La novela apareció publicada cuatro años después. La ironía y el pesimismo del autor lo convirtieron en un gran moralista. Falleció en Croisset, en la Baja Normandía, a los 59 años.
La novela
Al finalizar la Primera Guerra Púnica, Cartago vive un ambiente de inquietud y de revueltas. El ejército mercenario que tanto la había defendido ante el acoso deRoma sitia ahora la ciudad africana, descontento por no percibir los honorarios prometidos. El líder de la rebelión, el libio Matho, espera conquistar Cartago y también a la hermosa Salambó, hija de Amílcar Barca y sacerdotisa de la diosa Tanit. Sin duda, Salambó es uno de los hitos fundamentales de la novela histórica. Las profundas investigaciones y lecturas que llevó a cabo Flaubert para estareconstrucción aún sorprenden a los estudiosos de la Antigüedad clásica. Incluso algunos descubrimientos arqueológicos posteriores han demostrado la veracidad de muchos de los detalles de la novela.
SALAMBÓ
I El festín
Sucedía en Megara, arrabal de Cartago, en los jardines de Amílcar. Los soldados que éste había capitaneado en Sicilia celebraban con un gran festín el aniversario de labatalla de Eryx1, y como el jefe se hallaba ausente y los soldados eran numerosos, comían y bebían a sus anchas. Los capitanes, calzados con coturnos de bronce, se habían colocado en el sendero central, bajo un velo de púrpura con franjas doradas que se extendían desde la pared de las cuadras hasta la primera azotea del palacio. La soldadesca se hallaba esparcida a la sombra de los árboles, desdedonde se veía una serie de edificios de techumbre plana, lagares, bodegas, almacenes, tahonas y arsenales, con un patio para los elefantes, fosos para las fieras y una cárcel para los esclavos. En torno a las cocinas se alzaban unas higueras, y un bosquecillo de sicómoros llegaba hasta una verde espesura, donde las granadas resplandecían entre los copos blancos de los algodoneros. Parras cargadas deracimos trepaban por entre el ramaje de los pinos; un vergel de rosas florecía bajo los plátanos; de trecho en trecho, sobre el césped, se balanceaban las azucenas; cubría los senderos una arena negra, mezclada con polvo de coral, y de un extremo a otro, en medio del jardín, la avenida de los cipreses formaba como una doble columnata de obeliscos verdes. El palacio, construido con mármol númida devetas amarillas, elevaba en el fondo, sobre amplios basamentos, sus cuatro pisos y sus azoteas. Con su gran escalinata recta, de madera de ébano, que ostentaba en los ángulos de cada peldaño la proa de una galera enemiga; con sus puertas rojas cuarteladas por una gran cruz negra; sus verjas de bronce que lo protegían a ras de tierra de los escorpiones, y su enrejado de varillas doradas quecerraban las aberturas superiores, parecía a los soldados, en su severa opulencia, tan impenetrable y solemne como el rostro de Amílcar. El consejo había elegido la casa de Amílcar para celebrar este festín. Los convalecientes que dormían en el templo de Eschmún2 se habían puesto en marcha al despuntar la aurora y, ayudándose de sus muletas, se arrastraban hasta el palacio. Afluían sin cesar por todos...
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