salud para la vida
algo más que una sombra y algo más que un afán.
Quiero ser en ti misma una huella imborrable
y un recuerdo constante y una sola verdad
Palpitar e tus rezos con temor de abandono
Ser en todo y por todo complemento de ti.
Una sed infinita de caricias y besos
pero no una costumbre de estar cerca de ti
Quiero ser en tu vida, una pena deausencia
y un dolor de distancia y una eterna amistad
Algo más que una imagen y algo más que el ensueño
Que venciendo caminos llega, pasa y se va...
ser el llanto en tus ojos y en tus labios la risa,
ser el fin y el principio, la tiniebla y la luz
y la tierra y el cielo... y la vida y la muerte
Ser igual que en mi vida, has venido a ser tú...
TÁCTICA Y ESTRATEGIA
Mi táctica esmirarte
aprender como eres
quererte como eres
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en tí
mi táctica es
ser franco
y saber que eres franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
encambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites
Mario Benedetti
Veneno
Si ves mis ojos dirigidos a la nada
no preguntes
Si percibes algo perdido en mi mirada
no trates de entenderme.
Si me vez mirarte y volar con tus ojos,
no trates de buscarme,
estoy tan lejos...
Si me vez alejarme yobservarte profundo,
trata de alcanzarme,
estoy a un paso.
Si me vez recorrerte con pasión,
no te burles.
La pasión es un juego para jugar en serio.
Si me encuentras marcada,
y la piel con tu nombre;
no te alarmes,
el amor no es veneno.
Mara Aguirre
EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos yplomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casiroza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa ledeja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve soloa uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: ¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprimeel pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima...
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