Salud

El Susurro y la caja



Caminando con su eco chancletero, va Marielita hacia su destino de las cuatro paredes del ciento seis. Con su piel despintada llega sin ánimos. Dejando a tras las fobiasse sienta en la aula de las nieves. Sus ojos entreabiertos por los ensayos de la vida, trata de atender a Virgilio que hablaba, hablaba y hablaba. Entre uno abierto y otro cerrado, siente que estocada en su hombro. Al mirar era Karlita. Le dice: “Vámonos un ratito pa que espantes lo atrasao”. Sin pensarlo se fue.

Marielita estaba muy alegre de ver a Karlita. No cesaban de hablar,bromear y llorar. Brincaron y corrieron, caminaban y reían. Como hace tiempo no se veían. “Ay Karlita pero hace más de un año que no sabía de ti”, ¿Que te pasaba chica?, ¿Estabas bien? Marielita lepregunta con gran interés. “Si supieras que me mude a un sitio tan maravilloso y tranquilo. Tengo una ayuda celestial que me paga la renta. Es tan divino que estoy loca por de que me visites.Tampoco quiero ajorarte”. Suspira Karlita con el pecho apretado. “Tomate tu tiempo. Sé que tienes muchas cosas por hacer”. ¡Nena, por favor! Contesta Marielita despectiva. “Yo soy capaz de dejarlotodo contar de beberme una taza de café contigo. Es tanto lo que quiero decirte que un pocillo no me da, pero tengo tanta alegría de verte que casi no lo creo, no lo puedo explicar”.

Siguieron en latertulia, las emociones y los abrazos unos minutos más. Entonces a Karlita le comenzó a cambiar el semblante. ¿Qué te ocurre? Pregunto Marielita. Quebrantada la abraza y Karlita le contesta: “Vidamía tengo que decirte que debo irme, pero no quiero que sufras mi ausencia por un tiempo. Ten paciencia que veras cuando te vea de nuevo, no nos vamos a soltar.
Desesperada Marielita le pregunta:“¿Pero me puedes llamar de cuando en vez, verdad? Sabes que no puedo pasar más de dos semanas sin saber de ti”. Karlita la mira fijamente a lo que le contesta, “Ten paz y no te atormentes, seguro...