Salvajispo alkfnld

Entre el verano y el otoño, cuando las hojas comenzaban a caer y el viento soplaba en las mejillas y yo caminaba de oeste a este por la calle de Europa una hermosa tarde de Vacaciones encontré a un chico sentado al filo de la banqueta. Por su aspecto solitario y abandonado estoy casi segura de que nadie le hubiera visto ni a un metro de distancia. Gracias a Dios, ésta fue una excepción.Recuerdo bien que llevaba una chaqueta café y unos vaqueros, mirada ausente, y grandes botas negras algo sucias. Su cabello era negro con intensidad y sus manos enormes pero seductoras.
Me miró.
La calle estaba en su totalidad vacía aparte de nosotros, y estoy segura de que su mirada era la más irritada y fría que jamás pude ver en la vida.
-Hmh… hola- que estúpida, pensé.
Entornó la mirada y sevolteó. Cualquier otro pudo haber creído que era un maleducado y se hubiera marchado de ahí, pero me sentí atraída por aquella silueta de media tarde que no lo resistí. Me detuve justo a un lado de él y me senté a su lado.
-Mi nombre es Amy-comencé y como vi que no hizo el más mínimo movimiento, continué-un gusto.
-Oscar.- Su voz era tan grave, seria, como un susurro perdido y encontrado por supropio eco.
-E-es… un placer.
Durante varios minutos el silencio iba y venía, jugando con el viento a burlarse de nosotros. La calle era estrecha, un sendero de calles bien gormados era nuestro paisaje y la luz rojiza del soldaba a entender que la noche estaba a punto de caer sobre todos en ése lugar.
-¿Esperabas a alguien?
-No.- Respondió acabo de un par de segundos.
Lo supuse, pensé. Abracémis piernas por el frío que se colaba dentro del pantalón y mi suéter de algodón. Me vio de reojo y una pequeña sonrisa se asomó entre sus labios.
-Y… ¿Eres de por aquí?- negó con la cabeza- ¿Te has perdido?
-No-suspiró.
-¿Puedo ayudarte en algo?
No se movió, se quedó mirando la sombra de uno de los muchos árboles que rodeaban la cuadra. Comencé a desesperarme y terminé por rendirme. Melevanté de un salto y lo vi, ignorándome por completo.
-Fue un placer, Oscar- me di la vuelta y cuando me dispuse a huir de ahí, lo oí, como un susurrar entre rendijas.
-¿Tú crees…- comenzó con un tono bajo- que uno puede cambiar su destino?
Su voz era vacilante, era como una canción terriblemente gozante y espantosamente exquisita. Me miró de nueva cuenta y comprendí que no tenía más que esperanzaen las pupilas.
-C-claro…- respondí –el destino no está escrito en ningún libro de texto o página de internet. El destino lo hace uno mismo con sus acciones con sus palabras y pensamientos. ¿Por qué la pregunta?
Se tardó unos segundos en contestar, pero terminó por desviar la mirada y decir muy satisfecho de sí mismo con una leve, pero muy leve, sonrisa.
-Curiosidad.
Después de eso preferíno preguntar nada más. Me quedé sentada a su lado durante casi una hora completa. Honestamente era la cosa más extraña que había hecho jamás. Sí, era un desconocido, apenas y sabía su nombre y aun así lo sentía tan cercano, tan como yo.


Caímos en la profunda oscuridad de la noche. Con la musicalización de algunos grillos, y con la luz de algunas lámparas callejeras. Ambos inmóviles, tancómodamente silenciosos. Se levantó por fin y miró a ambos lados de la calle. Metió ambas manos a los bolsillos y con una mirada inexpresiva se giró hacia donde estaba yo.
-¿Qué haces?
-¿Cómo que qué hago?
-Sí ¿sigues aquí?
-Pues claro. Desde hace ya un rato- dije algo ofendida por su pregunta.
-Bueno, pues vete a casa.
Pensé en todo ¡En todo! Pero jamás creí que diría algo tan trivial como eso.Era indignante, me llenaba hasta el cabello de pura cólera.
-Ve.
Se giró en su lugar y se marchó, sin nada más en la boca. Me dieron las ganas de seguirlo pues su solita presencia llenaba cada poro de mi piel de dulce intriga pero no lo hice. Me di la vuelta y me marche. Era más la furia que me había ocasionado que la curiosidad que navegaba en mi cuerpo.
Mentí al decir que el destino lo...