samuel orlando araujo
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e
l aventurero
Igor Delgado Sénior
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La tarde es de fiesta y el sol augura un cálido tiempo para que todo brille como aceros
templados. En el redondel se mezclan muchos doloresintrínsecos, porque la muerte siempre está
de por medio. Hace años, mi padre cayó en esa procelosa circunferencia, aunque no sin aplausos.
Es lástima que la consagración venga después de la derrota. Hay queresignarse.
Del viejo conservo los más puros recuerdos. Puedo ver sus ojos –como si fuera en este instante–
penetrando en cada punto de vida. Pretendió sabiduría en el recuerdo, pero otras astuciasfueron
más poderosas. Afortunadamente, no presencié su fracaso, tampoco mi madre ni mis pequeños
hermanos. Pese a que hemos sido educados para los terrores festivos, no nos acostumbramos a
perder auno de los nuestros.
Mi padre fue un gigante en ternura y severidad, y su fortaleza
de ánimo nos permitió sobrevivir. Por eso hoy, ante el despiadado torneo, me encomiendo
a sus enseñanzas.
Ya laplaza está casi llena. Observo por una ranura el desbordante color de la multitud, y sus
gritos y zumbidos me llegan como advertencia de la enconada lucha que me aguarda. No estoy
inquieto, aunque mismúsculos piensen lo contrario. Detrás de las paredes, escucho las impostoras 12
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Cuando yo tenía ocho años, Samuel tenía diez, y fuimos amigos cuando yo tuve trece y él
quince. Se enamoró de unahermana mía y como éramos amigos yo lo ayudaba a escribir cartas
de amor y compartía la lectura de todas las respuestas.
Leímos juntos Los Tres Mosqueteros. Él se hizo Aramís y yo fui D ́Artagnan.Cuando luché con
un grandote, ya Samuel me había enseñado a vencer; y cuando me enamoré por primerita vez, él
me avisó de los primeros desengaños. Tuvo paciencia para dirigirme en el arte másdifícil: cómo
cruzar a nado un río andino. Se deslizaba por el fondo si la corriente era violenta, y levantaba
la cabeza y braceaba de pecho en la inestable ocasión de los remansos.
Ahora no sé si era...
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