San Judas Tadeo

Devoción a la Santa Muerte y San Judas Tadeo en Tepito y anexas
Alfonso Hernández Hernández*
Los antropólogos, los sociólogos y en general todos aquellos que se dedican al estudio del hombre, la sociedad y la cultura, se han dado cuenta cada vez más de la importancia de lo que produce socialmente Tepito, y de todo lo que reproduce culturalmente este barrio “malafama” que no deja de seguirconstruyendo rizomáticamente su adentro y reciclando su afuera. Los cambios importantes en la vida barrial son resultado de la llamada cultura de la pobreza, y como los pobres no tienen lugar en el Cielo, tienen que buscar la manera de sobrevivir en la Tierra, en un barrio en el que las vecindades semejan el Paraíso, las calles el Purgatorio donde todo se paga, y las azoteas el Infierno en el quemuchos se pierden en el vicio, jalándole duro el hilo de cáñamo a su papalote.
Hijos de nuestra inmisericorde Madre la Vida, que se alimenta de Muerte. O de la Madre Muerte que se alimenta de Vida. Una de dos o las dos son la misma… José Emilio Pacheco Si la fábrica ya no existe, es porque el trabajo está en todas partes. Si la cárcel ya no existe, es porque el secuestro y el confinamiento están pordoquier en el espacio/tiempo social. Si el asilo ya no existe, es porque el control psicológico y terapéutico se ha generalizado y banalizado. Si la escuela ya no existe, es porque todas las fibras del proceso social están impregnadas de disciplina y de formación pedagógica. Si el capital ya no existe, es porque la ley del valor ha pasado a la autogestión de la supervivencia bajo todas susformas. si la gran metrópoli operacional es la forma lograda de toda Y una cultura, entonces simplemente la nuestra es una cultura de muerte. Jean Baudrillard

L

Del Tzompantli a la Muerte Santificada
a portentosa vida de la muerte traspasó el umbral del barrio más emblemático y macabrón de la “capi-

* Investigador del Centro de Estudios epiteT ños y cronista de Tepito(hojalatero social).

rucha”, o sea, Tepito. Aparentemente quieto, como un resorte, y siempre listo, como un cerillo, el barrio se la sabe en eso de apropiarse y usar el espacio, reciclando los productos de sus propias imágenes, actividades, estigmas y carismas. La ciudad ilustrada, controvertida y cristiana genera acusaciones genéricas y estigmas con calificativostenden-

ciosos contra los barrios originarios y populares, a los que etiqueta como verdaderos potreros de la muerte. La religión, en su obsesiva necesidad de dominarlo todo, ha traído por consecuencia el olvido de nuestro ser ritual, expresivo y ceremonial. La recuperación de éste no implica irracionalidad, sino que, todo lo contrario, es la condición de la sana racionalidad,
Elseptiembre-octubre, 2011

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cuya devoción emotivamente primaria se enfrenta a la condición del hombre moderno y a su ceguera, no para entender a los demás, sino para comprenderse a sí mismo, sin nada que opaque su propia naturaleza. Cuando llega el momento de “chiras pelas” y de “colgar los tenis”, la Cierta se hace presente para llevarnos al otro barrio, hechoque no hemos de trivializar cuando tal suceso se convierte en guía, y lo cual sugiere que no hay que dejar al Yo (a nosotros) fuera de la figura con la que se representa a la muerte, pues la otra forma de vida que la significa equivale al sitial del esqueleto en el vía crucis de la crisis. En estos tiempos en los que el proceso de evolución cultural del hombre todavía no despeja niresponde los enigmas que circundan el nacimiento y la muerte, el fin de la magia y el surgimiento de la religión, la devoción a la Santa Muerte se ejerce de manera homeopática y simpatética. Es simpatética porque implica una correspondencia de influjos y reacciones entre realidades alejadas en el espacio, pero que se encuentran sumergidas en el agua de la duda; y es homeopática porque la rige el...