Sangre de campeon invencible
Rafael AGUIRRE
Profesor en la Facultad de Teología
de la Universidad de Deusto
Bilbao
Lo que el judío Jesús de Nazaret llama el «mandato primero» (Mc 12,29) y «más grande» (Mt 22,38) no está muy presente en las preocupaciones de los cristianos de nuestros días, hasta el punto de que no suele aparecer en los elencos conque se examinan las conciencias. Si auscultamos la sensibilidad cultural predominante, descubrimos que este mandamiento, que pretende que el hombre centre su vida de forma radical y exclusiva en Dios y cumpla su voluntad, es visto con sospecha y desconfianza.
Se desconfía de un Dios que interpela desde fuera, e intimida su voluntad, porque destruye la autonomía humana: se prefiere unadivinidad suave, detectable en la propia subjetividad, que no irrumpa con exigencias incontrolables y que se identifique más bien con una experiencia interna confortante. Pero hay más: esta afirmación de Dios como único principio absoluto de la vida es considerada fuente de intolerancia. Nos hemos hecho muy sensibles a las consecuencias funestas de las ideologías fuertes, que pretenden explicar toda la realidad a partir de un principio único. Por eso asistimos a una cierta reivindicación del politeísmo, no con el ánimo de afirmar la realidad de muchos dioses, sino como una estrategia cultural para difuminar toda instancia que pretenda gravitar sobre los humanos. Se añade que el Dios exclusivista—y la cosa se agrava si, además, se pretende único—hace de sus fieles un pueblo tambiénexclusivista, con conciencia de superioridad y que, para defender su fe, se cierra a las influencias externas.
Tenemos que escuchar las criticas, purificar las deformaciones y profundizar en la genuina experiencia bíblica que está detrás de este mandamiento, para volver a decirlo con fidelidad y a la altura de los tiempos, pero sin ocultar su fuerte carga contracultural: el primer mandamientoconlleva una confrontación con el Dios de la fe bíblica, en absoluto reducible a la pura subjetividad, que irrumpe e interpela, que sorprende y desarbola la seguridad humana, que crea una tradición que invita a configurar la propia experiencia. Es necesario mostrar la capacidad humanizante del primer mandamiento, pero no cabe su reducción antropológica. Lo más sublime es lo que más se puededegradar. La palabra Dios es la más embarrada y manipulada del lenguaje humano, pero es irrenunciable, porque remite a una experiencia única y límite, al misterio que fascina y aberra al ser humano. ¿Qué significa hoy la radical remisión a Dios que inculca el primer mandamiento?
En la Biblia descubrimos que desde el principio este mandamiento tuvo una enorme carga critica y se fue reformulando,explicitando y buscando nueva relevancia. La formulación más arcaica dice: «no tendrás otros dioses frente a mi» (Dt 5,7; Ex 20,3). Esta fórmula se alargó pronto con la prohibición de imágenes y con la defensa del uso del nombre de Dios (Dt 5,8-11; Ex 20,4-7). Otra formulación se encuentra en Dt 6,14: «no vayáis en pos de otros dioses». Una tercera fórmula es la de Dt 6, 4-5: «Escucha Israel: Yahvé es nuestro Dios solo Yahvé. Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas». Esta última es la más extendida, la que utiliza Jesús en su respuesta al escriba, y formaba parte del Shema Israel, que todos los judíos piadosos recitaban cada día a la mañana y a la tarde. Este rápido apunte sobre la pluralidad de formulaciones del primer mandamiento puedeser muy instructivo para comprenderlo en el presente.
1. Llamada a la libertad
El Dios que reclama todos los derechos sobre el pueblo es «el que libera de la esclavitud» (Dt 5,6); no se combate la negación de Dios, sino el pasarse a otros dioses, cuya existencia, lejos de negarse, se presupone. Israel experimentó una terrible presión para que aceptase el dios del faraón, en cuyo nombre...
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