santa muerte
La Santa Muerte es dual, afirman, porque tiene dos rostros: el de la bondad y el de la maldad, que se mezclan bajo la capota que cubre su cráneo
NOVIEMBRE 4, 2012Paris Martínez @paris_martinez
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La Santa Muerte
Le dicen Niña Blanca, y también le dicen Niña Negra. Es dual, afirman, porque tiene dos rostros: elde la bondad y el de la maldad, que se mezclan bajo la capota que cubre su cráneo. La invocan, en su desesperación, lo mismo enfermos que prevaricadores, desamparados y salteadores, y va al encuentro de las víctimas y de los verdugos.
Es la Santa Muerte, en cuyo honor, este Día de Muertos, debajo de un puente en Ecatepec, se ha convocado a una fiesta de lobos y corderos…
El sueño de un músicoA mediados del siglo XVIII, el compositor Giuseppe Tartini tuvo un extraño sueño: que el diablo era su sirviente y que le cumplía todos sus deseos aún antes de formularlos. En su sueño, Tartini quiso componer una pieza musical, pero apenas esta idea se creaba en su mente, cuando el sirviente ya había tomado el violín y comenzado a tocar una suave melodía que, al despertar, el músico italianoemborronó sobre partituras. El nombre de esta sonata, que el autor consideró hasta morir como su obra maestra, es El Trino del Diablo.
Angel Santamaría narra la historia a manera de introducción. Es un joven moreno, de 23 años, con una tajada que le surca el cuello. Viene de Guerrero y es aspirante a la Escuela Nacional de Música, de la UNAM.
“Ayer le toqué esa pieza a la mujer más hermosa que hevisto jamás –dice Ángel–, estaba en Tepito, en la calle de Alfarería, postrado ante la Santísima Muerte.”
Ángel tenía seis años cuando quedó fascinado por una imagen que vio, al paso, pegada en la ventana de una casa: un esqueleto ensotanado que sostiene una guadaña y un mundo entre sus manos. “Desde entonces comencé a encomendarme a la Niña Blanca –recuerda–, pero en secreto, y fue hasta lasecundaria que me animé a ponerme un collar de ella.”
Hasta la fecha, esa figurilla metálica de la Santa Muerte pende de su cuello y, de hecho, la correa ayuda a disimular la cicatriz que lo cruza de un extremo a otro.
“Pasó que en Guerrero me iban a matar –dice Ángel–, me junté con personas malas, narcos, que luego intentaron matarme, intentaron degollarme, yo me estaba desangrando y no sé cómo, perotuve la fuerza para correr y buscar ayuda… en el hospital le pedí perdón a la Santísima Muerte, le pedí que me dejara vivir, que me dejara cambiar, eso fue hace tres años y ahora estoy aquí, en el DF, me voy a convertir en un gran músico, ese es mi sueño… por eso, ayer, mientras le tocaba, sólo cerré los ojos y la imaginé observándome, deleitada, sentada frente a mí, mientras yo hacía vibrar elviolín, con ese amor… con ese amor…”
–¿Y de dónde sacaste un violín?
Ángel sonríe y hace un guiño, antes de responder.
–Se lo pedí prestado a un mariachi…
La bala y la guadaña
Esperanza tiene un cabello larguísimo, lacio, de un negro profundo y brillante, peinado en cola, para no quemarlo cuando introduce en su boca la parte encendida de un puro, y luego sopla, rodeando con su humo, una poruna, al centenar de figurillas que reposan sobre una alfombra de cempazúchitl y pata de león.
Esperanza hace sahumerios en cada imagen de la muerte, lleva a sus bocas una botella de mezcal, las rocía con la esencia “Abrecaminos” (versión en aerosol), y después, con un atomizador, las baña en perfume. Hace así lo mismo con las figuras de cerámica, que con las pinturas e, incluso, con el pecho de unajoven que estira su escote casi hasta reventarlo, para que la calavera que descansa en su senos asome el rostro.
“Yo soy devota de la Santa Muerte desde hace 20 años –dice Esperanza, de no más de 35–, yo era bailarina en un bar de Tijuana y un día la dueña me regaló un dije con su imagen… ella no la quería conservar, pero tampoco quería tirarla, así que me la dio. Y al día siguiente, en el bar...
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