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Páginas: 18 (4465 palabras) Publicado: 25 de noviembre de 2013

Trabajo
De lenguaje comunicación






Nombre: Alan Silva marchant y Matías Gutiérrez federes
Curso: 8 año A
Fecha: 22/10/2013
Biografía
Baldomero Lillo nació en el puerto de Lota el 6 de enero de 1867. El escritor, calificado por algunos como el mejor de nuestros cuentistas modernos, fue un niñomuy enfermizo. Pese a ello, muy inquieto y ávido lector. Sus constantes estadía en cama le sirvieron para conocer a Julio Verne, Dickens, Tolstoi, Balzac y muchos más.
Su padre, José Nazario, oriundo de Quillota, un aventurero buscador de minas, atraído por la "fiebre del oro" viaja a California en 1848.
No tuvo mayor suerte y, de regreso, dos años más tarde, parte a Copiapó seducido por la famade Chañarcillo. Poco dura en el norte y emigra a otro centro de parecidas actividades: a la localidad minera de Bucalemu, en Lota. Allí comenzaron sus estudios los hermanos Lillo: Filomena, Samuel y Baldomero.
Simultáneamente con los aprestos bélicos de la Guerra del Pacífico la familia se establece en Lebu y el padre parte hacia los lavaderos de oro de Nahuelbuta. Ahora, la suerte le sonríe,encontró oro: arenillas y una Pepa grande. Vuelve a casa y traslada su hogar a Lota.
Metido en un conflicto minero, José Nazario obtiene un resultado judicial favorable y a la vez es nombrado administrador de una hacienda. Samuel, el hermano se traslada a Santiago y pronto empieza a abrirse camino en los círculos literarios. Baldomero se queda solo en la ciudad minera, leyendo como siempre.Cuento de Baldomero Lillo
Chiflón del diablo
En una sala baja y estrecha, el capataz de turno sentado en su mesa de trabajo y teniendo delante de sí un gran registro abierto, vigilaba la bajada de los obreros en aquella fría mañana de invierno. Por el hueco de la puerta se veía el ascensor aguardando su carga humana que, una vez completa, desaparecía con él,callada y rápida, por la húmeda abertura del pique.
Los mineros llegaban en pequeños grupos, y mientras descolgaban de los ganchos adheridos a las paredes sus lámparas, ya encendidas, el escribiente fijaba en ellos una ojeada penetrante, trazando con el lápiz una corta raya al margen de cada nombre. De pronto, dirigiéndose a dos trabajadores que iban presurosos hacia la puerta de salida los detuvo conun ademán, diciéndoles:
-Quédense ustedes.
Los obreros se volvieron sorprendidos y una vaga inquietud se pintó en sus pálidos rostros. El más joven, muchacho de veinte años escasos, pecoso, con una abundante cabellera rojiza, a la que debía el apodo de Cabeza de Cobre, con que todo el mundo lo designaba, era de baja estatura, fuerte y robusto. El otro más alto, un tanto flaco y huesudo, era yaviejo de aspecto endeble y achacoso. Ambos con la mano derecha sostenían la lámpara y con la izquierda su manojo de pequeños trozos de cordel en cuyas extremidades había atados un botón o una cuenta de vidrio de distintas formas y colores; eran los tantos o señales que los barreteros sujetan dentro de las carretillas de carbón para indicar arriba su procedencia.
La campana del reloj colgado enel muro dio pausadamente las seis. De cuando en cuando un minero jadeante se precipitaba por la puerta, descolgaba su lámpara y con la misma prisa abandonaba la habitación, lanzando al pasar junto a la mesa una tímida mirada al capataz, quien, sin despegar los labios, impasible y severo, señalaba con una cruz el nombre del rezagado.
Después de algunos minutos de silenciosa espera, el empleadohizo una seña a los obreros para que se acercasen, y les dijo:
-Son ustedes carreteros de la Alta, ¿no es así?
-Sí, señor -respondieron los interpelados.
-Siento decirles que se quedan sin trabajo. Tengo orden de disminuir el personal de esa veta.
Los obreros no contestaron y hubo por un instante un profundo silencio. Por fin el de más edad dijo:
-¿Pero se nos ocupará en otra parte?
El...
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