Sartre_Jean_Paul Cartas_al_Castor_y_a_algunos_otros
Páginas: 528 (131827 palabras)
Publicado: 24 de octubre de 2015
CARTAS AL CASTOR
Y A ALGUNOS OTROS
Edición, presentación
y notas de
SIMONE DE BEAUVOIR
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1940 – 1963
JEAN-PAUL SARTRE
CARTAS AL CASTOR Y A ALGUNOS OTROS
EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES
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JEAN-PAUL SARTRE
CARTAS AL CASTOR Y A ALGUNOS OTROS
Título original:
Lettres au Castor
et à quelques autres
Traducción de Irene Agoff
IMPRESO EN LA ARGENTINAQueda hecho el depósito que previene la ley 11.723.
© 1987, Editorial Sudamericana S.A.,
Humberto I 531, Buenos Aires, Argentina.
ISBN 9500704471 (O.C.)
ISBN 9500704498 (Vol. II)
© 1983, Editions Gallimard
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JEAN-PAUL SARTRE
CARTAS AL CASTOR Y A ALGUNOS OTROS
1940
A SIMONE DE BEAUVOIR
Primero de enero
Mi querido CastorLe escribo al calor de la lumbre, bien arrimado a la estufa, aunque el tiempo sea
ahora mucho más clemente. Esta noche, incluso, hubo deshielo, y como la
antevíspera las tuberías habían reventado, a eso de las dos un rugido despertó a Paul
—yo dormía como un bendito—. Creyó que era el fuego, pero era el agua. Se vistió a
toda prisa y se lanzó al pasillo, ya inundado. Hubo un tremendo ajetreo y finalmentecortaron el agua. No tenemos ni una gota para lavarnos —sabe usted que esto no me
preocupa mucho—. Sólo es un fastidio por los retretes, que ahora no podemos
limpiar, y en los que excrementos de diversas procedencias se interpenetran
íntimamente al capricho de las heladas y deshielos hasta constituir un budín
inmundo y voluminoso. «Hacemos» en el campo. Creo que Paul sufre las
consecuencias y está estreñido por vergüenza de mostrar el culo.
Hoy, pues, era Año Nuevo. No se tradujo en nada fuera de lo común, salvo que
hubo un excelente choucroute y mucha gente en el restaurante de la estación. Y ayer,
Nochevieja, tampoco sucedió gran cosa, excepto que una ignota bestia puso a todo
volumen la radio de los oficiales, tras marcharse éstos, y acompañó la música
aporreando al azar el teclado del piano, hasta medianoche. Yo, por mi parte, escribía
tranquilamente en nuestro pequeño local.
El paisaje es siempre el mismo, un tenue polvillo de nieve, un poquito de blanco
por todas partes, bastaría rascar apenas con la uña y aparecería el negro de la tierrahelada y de los árboles. Estuve todo el día retocando pasajes de mi novela, en cuanto
acabe me pondré a trabajar en Septembre; estoy contentísimo. Espero poder publicar
los dos volúmenes a la vez, sería mejor, se vería mejor a dónde apunto. Aquí el
mundo es idéntico a sí mismo: Paul siempre alarmado; Mistler me presta mil
pequeños servicios a cambio de mis enseñanzas. Fue él quien hizo los paquetes delibros que les enviaré a Bost y a usted en cuanto me haya mandado algún dinero y,
como un soldado me había pedido El muelle de las brumas1 (por error, creyendo que
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De Marc Orlan.
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JEAN-PAUL SARTRE
CARTAS AL CASTOR Y A ALGUNOS OTROS
iba a encontrar entera la historia de la película) y yo le había pedido a Mistler que me
lo recordara, esta mañana vino a hacerme acordar pero el libro estaba en uno de lospaquetes de Bost y entonces deshizo el paquete y después lo ató de nuevo. Además
hará que me envíen los Nocturnos y Preludios de Chopin para que los estudie al piano.
Entre los secretarios y nosotros hay envidias de familia. Por supuesto, los envidiados
somos nosotros. Parece que es mi suerte despertar envidia por todas partes, desde la
Ciudad Universitaria hasta aquí. Pero, sobre todo, hablan. Es una clase de envidiadébil e impotente que sólo conocía de oídas y que ni siquiera llega a la maledicencia.
Por ejemplo, todas las mañanas, cuando vuelvo de desayunar, paso delante de sus
ventanas y ellos comentan: «Vaya, es Sartre volviendo del café. Sí. Ha estado con la
linda Charlotte. Los otros habrán hecho el sondeo sin él», etc. No difiere de la...
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