satisfaccion garantizada
Tony era alto y de una belleza sombría, con un increíble aire patricio
dibujado en cada línea de su inmutable expresión. Claire Belmont le miró a
través del resquicio de la puerta, con una mezcla de horror y desaliento.
—No puedo, Larry. No puedo tenerlo en casa...
Buscaba febril en su paralizada mente una manera más enérgica de
expresarlo, algo que tuvierasentido y zanjara la cuestión, pero acabó por
reducirse a una simple repetición.
—¡De verdad, no puedo!
Larry Belmont contempló con severidad a su mujer y en sus ojos asomó
aquel destello de impaciencia que Claire odiaba ver, puesto que le daba la
impresión de reflejar su propia incompetencia.
—Nos hemos comprometido, Claire. No puedo desdecirme ahora. La
compañía me envía a Washingtoncon esa condición, lo cual con toda
seguridad significa un ascenso. No presenta ningún peligro y tú lo sabes.
¿Qué tienes pues que objetar?
Ella frunció el entrecejo, desvalida.
—Me da escalofríos: No puedo soportarlo.
—Es tan humano como tú o como yo. Bueno..., casi. Así que nada de
tonterías. ¡Vamos, apártate!
Apoyó su mano en el talle de ella, empujándola, y Claire se encontrótemblando en su propio cuarto de estar, donde se encontraba aquello,
mirándola con precisa cortesía, como evaluando a la que había de ser su
anfitriona durante las próximas tres semanas. La doctora Susan Calvin se
hallaba también presente, envaradamente sentada, con los labios apretados
como síntoma de abstracción. Presentaba el aspecto frío y distante de
alguien que ha trabajado durantetanto tiempo con máquinas que un poco
de acero ha penetrado en su sangre.
—Hola —castañeteó Claire, como un saludo ineficaz y general.
Gracias a que Larry salvó la situación, exhibiendo una falsa alegría:
—Mira, Claire, deseo que conozcas a Tony, un tipo magnífico. Ésta es mi
mujer, Tony, chico.
La mano de Larry se posó amistosa sobre el hombro de Tony, mas éste
permanecióinexpresivo, sin responder a la presión, limitándose a decir:
—¿Cómo está usted, señora Belmont? Claire dio un respingo al oír la voz de Tony, profunda y pastosa, suave
como el pelo de su cabeza o la piel de su rostro.
Sin poder contenerse, exclamó:
—¡Ah...! ¡Habla usted!
—¿Y por qué no? ¿Acaso esperaba que no lo hiciera?
Claire sólo consiguió esbozar una débil sonrisa. No sabía bien lo quehabía esperado. Miró hacia otro lado, lanzándole una ojeada con el rabillo
del ojo. Tenía el pelo suave y negro, como pulido plástico... ¿O se componía
en realidad de cabellos separados? Y la piel lisa y olivácea de sus manos y
cara, ¿era una continuación de su oscuro y bien cortado traje?
Se hallaba paralizada por un estremecido asombro. Tuvo que hacer un
esfuerzo para poner en orden suspensamientos, a fin de prestar atención a
la voz sin inflexiones ni emoción de la doctora Calvin, que decía:
—Señora Belmont, espero que sabrá apreciar la importancia de este
experimento. Su esposo me ha dicho que la ha puesto ya en algunos de los
antecedentes. Por mi parte, desearía añadir algunos más, como psicólogo
jefe de la U. S. Robots & Mechanical Men Inc. Tony es un robot. Sudesignación en los ficheros de la compañía es TN-3, pero responde al
nombre de Tony. No se trata de un monstruo mecánico, ni simplemente de
una máquina calculadora del tipo de las desarrolladas durante la segunda
guerra mundial, hace cincuenta años. Posee un cerebro artificial casi tan
complicado como el nuestro. Como un inmenso cuadro de distribución
telefónica reducido a escalaatómica, con billones de posibles «enlaces
telefónicos» comprimidos en un instrumento encajado en el interior de su
cráneo. Tales cerebros se fabrican específicamente para cada modelo de
robot, y contienen una serie calculada de conexiones, de forma que, para
empezar, cada uno de ellos conoce el idioma inglés, y lo suficiente de
cualquier otra cosa que se considere necesaria para cumplir su...
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