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La visita comienza entrando a la calle de Tacuba desde el eje central donde hay un recibimiento por el imperdonable sonido del organillo el cual, aunque no esta incluido en el paquete que define alas calles del centro histórico como patrimonio cultural, los transeúntes ya lo aceptamos como un clásico en la zona centro de la ciudad.

Antes de entrar de lleno al objetivo comercial del evento,en “callejón condesa” es posible encontrar una exposición y venta de libros viejos y nuevos en una especie de tianguis cultural que no tiene relación con el evento de la XXXIV Feria internacional delLibro del palacio de Minería. Es posible identificar la falta de relación de este lugar con el evento dentro del Palacio de Minería al poner atención a las conversaciones que ahí se fabrican entre losvendedores y compradores. Las conversaciones en su totalidad no giran alrededor de números, cuántos libros vendidos o cuántos billetes en la caja registradora, ya que independientemente de las ventasbajas se percibe un ambiente alegre en el cual hay una retroalimentación cultural entre los oferentes y los demandantes al momento de que estos últimos levantan los libros de su interés, leen condetenimiento los títulos y quizás los prólogos y hacen preguntas interesantes a los vendedores quienes gustosamente, haciendo uso de sus facultades lectoras e intelectuales, responden sin problema a lacuestión generada para cada libro como si hubiesen leído todo el material que se expone en sus mesas y con ello atrapar en sus redes a cualquier comprador potencial.

Ya en disposición de entrar alevento “formal” enseguida se alimenta un prejuicio que es común en este tipo de eventos. Había una fila muy extensa de personas esperando su turno para poder pagar el boleto de $20.00 que les daría laentrada al evento en Palacio de Minería, y si ya de por sí el presupuesto en las carteras obreras de los visitantes era limitado, el desaliento causado por este cobro sería consolado al deleitar la...