Secuestrador
Beatriz Guido
EL SECUESTRADOR
Cuento de Beatriz Guido
De Cuentos Memorables
Ed. “Deucallón”, septiembre de 1955–
Buenos Aires
“Los domingos jugaban a escondidas en el depósito de ataúdes. El sótano de la funeraria San Telmo abarcaba la dimensión de toda la casa, era un recinto silencioso cuyas banderolas abrían a la vereda sumergida de la calle Tacuarí. Allí también elvino, los frascos de dulce y las frutas secas.
Se les había prohibido bajar al sótano, pero todos estaban demasiados ocupados con la empresa fúnebre como para vigilarlos; habían ampliado el ramo con coches para casamiento y con ómnibus descubiertos, que recorrían la ciudad de norte a sur.
Diego solía esconderse en los ataúdes blancos, porque se ajustaban a su tamaño. Esa tarde los hermanosmayores, cansados de jugar a las escondidas, se dedicaron a vaciar los tarros de dulce y no se dieron cuenta de que Diego se había quedado dormido, quizá por los vahos de humedad del sótano y el fuerte olor a vino estacionado, dentro de un ataúd color marfil pálido. Ni tampoco escucharon que alguien entrara en el sótano y se llevara la pequeña caja con Diego adentro.
Cuando Diego abrió los ojos seencontró con dos hombres que lo miraban sorprendidos.
_ Y vos... ¿qué hacés acá? ¿De donde saliste?
_ Pero si es el hijo del patrón, el menor; estaría jugando a las escondidas –dijeron los hombres que lo habían traído.
Se incorporó en el cajón, y lo primero que vió fue un niño dormido en una cama y un hombre y una mujer arrodillados a su lado.
Después se le acercaron otros dos niños –algo mayoresy muy parecidos al que dormía- y lo observaron en silencio un largo rato.
Los hombres lo tomaron en sus brazos y lo depositaron en el suelo.
_ Esperá aquí; no te movás – le dijeron- tenemos mucho que hacer. Hay que avisar a su casa; te estarán buscando...
Diego vió como alzaban al niño que dormía en la cama y lo colocaron en el lugar donde él había estado.
La mujer entre sollozos, besaba alniño dormido. Los mayores, los que estaban despiertos, se acercaron al padre y le preguntaron, señalándolo:
_ ¿Y ese? ¿quién es? ¿de donde vino? ¿qué hace aquí?
Y el padre con voz muy débil, respondió:
_ Es un amigo de tu hermano; ha venido a buscarlo.
_ Nosotros no lo conocíamos. ¿Adónde lo lleva?
_ A una ciudad muy hermosa..., con parques .... y una calesita.
Y no pudo continuar.
_ ¿Lejos?_Si, muy lejos...
Después los hombres tomaron el cajón por ambos lados y preguntaron:
_¿Donde lo van a velar?
El padre indicó la dirección, ayudó a los hombres a levantar el ataúd y salieron del cuarto junto con la mujer.
_¿Porqué no te vas con él? –preguntó uno de los hermanos.
_Iré después; me dijeron que no me moviera de aquí –respondió inocentemente Diego.
_¿Porqué no van ustedes conél?
_A nosotros no nos dejan ir...
Entró en el cuarto una muchacha, abrazó a los dos niños y dijo:
_Ustedes se vienen a casa, a jugar con los primos.
Los chicos se volvieron hacia Diego:
_ ¿Por qué lo dejás solo...? No ves que se van...
Entró un hombre de la empresa, tomó a Diego de la mano y se lo llevó con él.
Los niños explicaron a la joven que Diego había venido a llevarse al hermano aotra ciudad, mucho mas hermosa que Buenos Aires.
No comprendieron porqué lloraba tanto la mujer.
Diego llegó a su casa y los hermanos le dijeron:
_Por tu culpa ha puesto llave papá al sótano; ya no jugaremos más a las escondidas...
Diego seguía absorto.
Esa siesta de otoño... El itinerario de una hormiga que hacía equilibrio en el cordón de la vereda... De pronto vió cuatro piernas, calzadas conmedias tres cuartos y zapatos de charol, que pisaban a las hormigas.
_ ¿qué hacés vos acá, solo?
_¿Por qué no estás con él? ¿Adonde lo llevaste?
Diego levantó el rostro y vió el rostro y la mirada desesperada de los hermanos de aquél niño, que días antes habían llevado dormido en un ataúd del sótano.
_¿Dónde está? Tenés que saberlo. Se fue con vos una noche. ¿A que ciudad?...
Diego sin...
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