Seduccion
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SERIE BEDWYN'S, Nº 6
LIGERAMENTE SEDUCTOR
ÍNDICE
Capítulo 1 3
Capítulo 2 14
Capítulo 3 24
Capítulo 4 37
Capítulo 5 50
Capítulo 6 59
Capítulo 7 71
Capítulo 8 83
Capítulo 9 93
Capítulo 10 101
Capítulo 11 112
Capítulo 12 120
Capítulo 13 129
Capítulo 14 138
Capítulo 15148
Capítulo 16 159
Capítulo 17 168
Capítulo 18 178
Capítulo 19 187
Capítulo 20 197
Capítulo 21 207
Capítulo 22 219
Capítulo 23 226
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 230
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Capítulo 1
Aún le parecía un tanto extraño volver a estar rodeado de la flor y nata de la sociedad inglesa y escuchar cómo prácticamente todo el mundohablaba su lengua. En realidad, la concurrencia no estaba compuesta solo por ingleses. También había holandeses, belgas y alemanes, entre otros. Pero los ingleses predominaban.
Gervase Ashford, conde de Rosthorn, estaba junto a las puertas del salón de baile en la casa que el vizconde de Cameron había alquilado en la rue Ducale, en Bruselas, contemplando la escena con ávido interés. Buscaba carasconocidas. Desde su reciente regreso de Austria había visto varias, pero esperaba encontrar algunas más. Aunque la mayoría de las damas y los caballeros presentes parecían excesivamente jóvenes. Por extraño que pareciera, a los treinta años se sentía como un anciano.
La mayoría de esos jóvenes, y algunos caballeros de más edad, lucían uniformes militares. Algunos eran azules o verdes, perocasi todos eran escarlatas, relucientes gracias a los lustrosos galones y a la profusión de guarniciones doradas. Semejantes a una bandada de pavos reales, eclipsaban a las damas, con sus vaporosos vestidos de talle alto en tonos pastel. El contraste hacía que parecieran delicadas y muy femeninas.
—Hace que uno se sienta en desventaja aun vestido con sus mejores galas, ¿no? —le dijo al oído contono lastimero el honorable John Waldane, que estaba a su izquierda. Su oído derecho estaba más que ocupado con el zumbido de cientos de voces que se elevaban para hacerse oír por encima de las demás conversaciones y el ruido de la orquesta que afinaba sus instrumentos.
—Si se ha venido con la intención de impresionar a las damas, sí, supongo que es cierto —admitió, riendo por lo bajo—. Si seha venido para echar un vistazo sin llamar la atención, no.
Por el momento, no quería llamar la atención en absoluto. Aún se sentía un poco incómodo rodeado de ingleses, ya que no dejaba de preguntarse si recordarían algo de lo sucedido nueve años atrás. Si aún quedaba algo que recordar. Aunque muy poco de lo sucedido había tenido lugar en público, no sabía hasta qué punto se había extendidoel sórdido asunto. Waldane, que en aquella época formaba parte de sus conocidos y lo había saludado con gran afabilidad cuando volvieron a encontrarse apenas dos días antes, no había hecho la menor alusión al tema. Claro que, por supuesto, la reputación que se había ganado desde entonces era muy conocida entre aquellos que habían pasado algún tiempo en el continente.
—Es muy probable que undía de estos capturen a Boney[1] y lo manden de vuelta a Elba, donde lo encadenarán de por vida si sus carceleros tienen dos dedos de frente —dijo Waldane—. Y a estos oficiales se les acabarán las excusas para hacer alardes de gallardía y embelesar a las damas con sus encantos.
—¿Celoso? —le preguntó, y de nuevo se echó a reír por lo bajo.
—No sabes cuánto —Waldane, ligeramente máscorpulento que la última vez que lo vio, nueve años antes, y con una incipiente calva en la coronilla, soltó una seca carcajada—. Hay ciertas damas a quien merecería la pena impresionar.
—¿En serio? —Se llevó el monóculo al ojo para ver mejor el otro extremo del concurrido salón de baile. Reconoció a lord Fitzroy Somerset, secretario del duque de Wellington, que estaba hablando con lady Mebs, y...
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