Cuánto se habría ahorrado el México del siglo XIX si Antonio López de Santa Anna hubiera tenido una infancia feliz, si no hubiera sido el hijo nada agraciado, una especie de patito feo junto a suhermano. Se habría ahorrado mucha sangre; cientos o miles de vidas; la inestabilidad como signo del curso político; la pérdida de extensísimas superficies de territorio; iras y sátiras de periodistas yescritores; litros y litros de tinta; la irrupción de una figura que parece concentrarlo todo en una gran, grotesca, gignolenta opereta que sería el ya exangüe emblema de la historia patria.Porque como este antihéroe pocos. Raya en el cinismo en la obra que Enrique Serna le dedica a sus luces y a su sombra renovada, aunque nunca asume plenamente esta actitud: este seductor de la patria sela pasa vanagloriándose, justificándose, dando razón de sus actos en nombre de las inalterables insuficiencias de los otros, del país, de la historia mexicana y sus circunstancias. A lo largo demuchas páginas (de muchos años en la presentación cronológica de la novela) parece que va a surgir al fin el Antonio López de Santa Anna que de más de un modo se da a desear mediante sus palabras: el quese reconoce como un perfecto cínico, alguien que no sólo tiene conciencia de los hechos y de sus causas y horizontes sino también de sí mismo, no como un personaje que va presuroso tras la salvación delos lustres de su nombre mientras pierde la ocasión de carcajearse de lo que ocurre en torno a él, por cuenta y gracia suyas o por designio de la naturaleza corrupta de la patria. Entonces Santa Annaes un pícaro cuya ruinosa historia reconstruye con erudición, paciencia, detalles de humor y una buena dosis de mala leche Enrique Serna, un personaje al que le falta sólo la capacidad de reírse desí mismo para ser redondo en el perfecto espejo que se manda construir y pulir.
¿Por qué esperar tal cosa de este Santa Anna? Porque desde el comienzo está asombrosamente firme la capacidad...
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