Seis de enero, Luis Berner
Luis Bermer
¡Por fin había llegado el gran día! El pequeño Alex se despertó muy excitado, casi eufórico; durante todo el año había estado acumulando infinidad de deseos en suprodigiosa memoria. Las dos últimas semanas habían transcurrido para Alex en una atmosfera de creciente ansiedad, odiaba tener que esperar; y no cesaba de contar y recontar los días que faltaban para elcumplimiento de su sueño, marcándolos con su rotulador fosforescente en el torturando calendario de la salida de estar. Haciendo gala de una paciencia sobrehumana, su madre verificaba a cada momento laactitud de sus precipitados cálculos, pero Alex nunca estaba conforme con aquellas respuestas.
“El tiempo se ha dormido”, pensaba.
La larga espera había terminaría por la noche, cuandolos misteriosos reyes magos dejaran junto al árbol de navidad sus sueños convertidos en maravillosas realidades. ¡Qué nerviosos estaba! Siempre le habían dicho que debía ser muy bueno y obediente siquería que los reyes cumpliesen sus deseos, o de lo contrario solo le traerían carbón. Lo cierto es que Alex nunca había visto carbón, y hasta sentía cierta curiosidad por manipular aquello que tanmalo debía ser, ¡pero no hasta el punto de intercambiarlo por sus preciados juguetes! Hizo memoria sobre su comportamiento durante el pasado año, y no recordó haber hecho nada malo; aunque su hermanamayor si guardaba bastantes evidencias en contra de su inocente benevolencia.
Al atardecer, su padre le invito a dar un paseo por las concurridas calles de la ciudad, con la esperanza deque la fatiga facilitaría al pequeño conciliar el sueño. Hacía mucho frio y la oscuridad cubría ya el cielo; Alex caminaba de la mano de su padre contemplando el movimiento de la ciudad por el estrechoespacio que quedaba ente la capucha de su abrigo y su repudiada bufanda roja. Le encantaba esta época del año, las cales brillaban con luces de innumerables colores en contraste con el negro vacio...
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