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ENTREVISTA CON MARTIN KOHAN
Un tiempo de horror eficaz
Con el Mundial 78 como fondo, en "dos veces junio", su sexto libro, Kohan recrea la dictadura y
aborda una paradoja escamoteada: el discurso moral de los torturadores.
GUILLERMO PIRO.
Dos veces junio, la cuarta novela de Martín Kohan, abre con una pregunta brutal. La pregunta sirve a su vez para cuestionarse sobre el destino de esa franja de la sociedad no directamente ideologizada y
no directamente implicada en la lucha contra la subversión durante la última dictadura. La pregunta es:
"¿A partir de qué edad se puede empezar a torturar a un niño?".
El personaje y narrador de la novela, un conscripto en junio de 1978, mientras transcurre el Mundial, no encuentra en esa pregunta ningún escollo moral: sólo se limita a corregir la palabra "empezar", que un
superior ha escrito en un cuaderno con la letra "s". La corrección inicial de ese error ortográfico
atraviesa toda la novela: al conscripto lo único que le preocupa es que él y el médico que debe
responder a esa pregunta no queden mal. Es el día del partido contra Italia, en la cancha de River, y si la respuesta no llega a tiempo, tendrán que dar explicaciones. "Lo que aparece allí es, entonces, un
discurso muy moral —dice Martín Kohan, en diálogo con Cultura—. El médico tiene un discurso
moral todo el tiempo: ''los valores están en decadencia'', ''las cosas hay que hacerlas bien'', ''hay que
cumplir con el deber'', etc. Ese mismo discurso moral (y ahí hay algo de lo que históricamente puede haber pasado) sostiene las mayores atrocidades: la moral de la eficacia. Detrás de esa férrea moral está
la inmoralidad más atroz, que es la tortura y el robo de bebés", concluye.
Pero la novela no aspira a brindar una teoría sobre la dictadura militar. Simplemente toma un elemento y
lo indaga. "La idea es que todo el aparato no consigue funcionar sino es gracias a que existe esa adhesión del subalterno, del ''último''. ¿Por qué esa adhesión?", se pregunta. "¿Una cuestión de carisma
personal? Se trata de una exploración sobre cómo se produjo este tipo de adhesiones que tocan una
dimensión social, qué pasó con la mayor o menor complicidad de la sociedad".
Del contenido moral de las palabras a la medición cuantitativa de los números: ése podría haber sido el subtítulo de esta novela. El narrador es alguien capaz de reducir todo a una clasificación numérica. Hace
eso no sólo con la secuencia de los capítulos, sino también con los jugadores de la selección,
clasificándolos de distintos modos según la edad, la procedencia, los nombres, las fechas de nacimiento,
la estatura y el peso. Así se vacía de contenido moral cualquier cosa.
Dos veces junio es una novela sobre una espera que dura toda una noche. Alguien espera una
respuesta. Hay una serie de desencuentros que se van produciendo a lo largo de esa noche, en cuyo
transcurso nunca está presente la persona que debería estar: el médico que tiene la respuesta no está
donde se espera que esté, lo buscan en la unidad donde siempre está, y no está, lo buscan en la cancha de River, no aparece enseguida, y cuando aparece no da la respuesta. Y hay alguien en Quilmes
esperando esa respuesta para tomar una decisión.
Después de varias incursiones en el terreno de la novela histórica (hay una categorización dentro de la
cual podría inscribirse la obra anterior de Martín Kohan, que no responde a lo que comúnmente se conoce con el nombre de "novela histórica" pero que, pensándolo en términos "elásticos", podría ser
llamada así), de un registro más bien paródico (Los cautivos y la figura de Esteban Echeverría, El
informe y José de San Martín), Martín Kohan quiso evitar la exageración de rasgos y la presencia de
narradores hiperbólicos para que nada de lo narrado resultara "cómico". "Para mí se trató de la ...
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