Semana Santa
Abro la puerta y justo al entrar, te encuentro frente a mí, ¡qué bonita ereshija! Estás entre mis cosas, en mis libros, y entre los papeles que ahora forman parte de mi desorden. Presides, junto a tu hijo, el hueco para fotografías de mi cartera. Un pequeño alfiler negro,enganchado en el parasol de mi coche es el recuerdo de la primera vez que Juan Carlos, tu mayordomo, me dejó con cuidado, ayudar a vestirte. Las primeras pulseras azules cuelgan de mi estantería, que junto acientos de fotos, estampitas, mini-penitentes de colores y el incensario, son mi pequeño altar “semanasantero”. En él Madre, eres mi protagonista, desde aquel primer Miércoles Santo presides micuarto, mi estancia y mi vida.
Hoy, de vuelta a casa, venía pensando en la lejanía de ese bendito sonido ronco del Calvario, que en estos días inunda un pueblo que escucha con gusto esa suave melodía.Pensaba en la noche estrellada que aquí plana y siesa, aumenta mis ganas de bajar para escucharte. Sí, escucharte entre la rutina diaria que desaparece en las semanas de tu llegada, cuando de nuevo labrisa se vuelve caliente, donde se abren armarios llenos de túnicas de tonos diferentes, donde se lavan fajas y se planchas costales, se limpia la plata, se remiendan los viejos destrozos y se pule...
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