semiología de la pintura
la perciben: está claro que cada estado subjetivo de la consciencia tiene algo de individual y
momentáneo que lo hace indescriptible e incomunicable en su conjunto, mientras que la obra artística está destinada a servir de intermediario entre su autor y la colectividad. Queda todavía
“la cosa” que representa la obra artística en el mundo sensorial y que es accesible a la percepción de todos, sin distinción alguna. Pero la obra de arte no puede ser reducida tampoco a esta “obra‐
cosa”, porque a veces ocurre que la obra‐cosa cambia totalmente tanto su aspecto como su
estructura interna al trasladarse en el tiempo y en el espacio; cambios de este tipo se hacen
evidentes, por ejemplo, al comparar una serie de traducciones sucesivas de una misma obra
poéticaEneste sentido, proponer la relevancia de la forma en el estatuto ontológico de la obra de arte no equivale a eliminar o desacreditar
la semántica respecto a la sintaxis de la obra, pues una y otra estánarticuladas de modo inextricable (junto con la pragmática: los análisis
culturales, ideológicos, políticos y económicos), sino más bien, equivale
a resaltar cuál es el aspecto estructural quedistingue a la obra esencialmente respecto de otras cosas a la hora de querer decir algo, que la
hace brillar como “cosa artística”, comunicativa o, en otras palabras, lo
que la hace tanextraordinaria y extradenotativa. Al fin y al cabo, son la
organización y la combinación de los signos entre sí de un texto determinado (sintaxis) las que iluminan las ideas (semántica), revistiéndolas
deun aura especial, el aura artística del signo. ¿Pero cómo es posible
esto? Y si lo es, ¿hay más forma que contenido en una obra? ¿Hay más...
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