semiotica

ESTÉTICAS IDENTITARIAS:
Sexualidades y géneros de discurso

“He vuelto a este Diario como a una patria perdida”
Luis Oyarzún


Mi reflexión ha oscilado desde hace una década en torno a las escrituras de mujeres de los últimos veinte años: proyectos inconclusivos, heterodoxos, híbridos.1 La hybris griega quedaba asociada al “desatarse”, al “desbordamiento de ríos”, a la“insolencia” de los Centauros;2 a la justicia humana3 y a la “hartura” (koros)4. Sobre todo se la relacionaba con aquel tipo de transgresión del Minotauro--primer “híbrido” de la mitología clásica en cuyo tributo Julio Cortázar escribió uno de sus primeros textos, Los reyes, de 1949.5 Se trata de un tipo de deseo que “atolondrada y desordenadamente nos tira hacia el placer”6, hacia un “estado deembriaguez”,7 hacia una “especie de locura”—locura nada reñida con la ética y la estética.
Cortázar resignifica el mito clásico y representa en aquel poemario dramático del 49 una curiosa variante del Minotauro: aquí, Ariadna ya no está enamorada de Teseo sino del “monstruo” laberíntico. La enunciación vanguardista latinoamericana se resitúa valóricamente de parte del “monstruo” y de su potencial salvación apartir de una reapropiación del “hilo” de Ariadna. En esa resignificación literaria, Cortázar realiza dos inversiones: primero, representa la constitución del sujeto en un territorio que escapa los designios imaginarios del Edipo “monótono-teísta”, allí donde el inconsciente expresa supuestamente un impulso monstruoso que debe ser purgado por y para la cultura, reprimido en el Nombre del Padre, suLey y su poder; y segundo, una puesta en abismo de la situación discursiva neocolonial, aquí donde el texto periférico es capaz de subvertir la “violencia simbólica” (edípica en este caso). El autor de Rayuela se propone hacer proliferar y protagonizar nuevas subjetividades y rearmados corporales: un rol poderoso para Ariadna y una reivindicación de lo monstruoso, híbrido, deseante y transgresor.La “hartura” ha “contaminado” a Ariadna en su elección de deseo, en su emergente filiación.
La opción por el Minotauro, tanto de parte de Ariadna como de la enunciación cortazariana, es estética y políticamente productiva. ¿No expresa el Minotauro un lugar ambiguo, un tránsito liminar en el cruce del animal y el humano, tensión entre el placer desatado y el poder? ¿No es, después de todo, elMinotauro un “hijo” de la hybris desenfrenada de Persifae, un signo de “difícil significación”? En última instancia, la figura del Minotauro apunta a un problema de forma, hybris de los límites entre lo afable y lo inefable, entre las zonas de lo conocido y la perplejidad de lo incognoscible, entre lo codificable y su desconstrucción; es en las formas que se disloca la familiar relación entresignificado y significante: “el mundo es una figura, hay que leerla. Por leerla entendamos generarla” (Cortázar, Vuelta, 1980, p.78).
En la futura escritura cortazariana, la hybris desatará el río turbulento de formas, identidades y texturas (“escritura provocación”, repulsa, crueldad, ruptura). A primera vista, la re-escritura de la simbólica patriarcal no ha implicado en este caso, una revuelta enel modelo de constitución identitaria de Ariadna, quien continúa en este tráfico escritural ubicada como objeto disputado por dos “varones”, el último de una “masculinidad” obviamente cuestionable: Teseo (la razón) y el Minotauro (la sinrazón), respectivamente. No obstante, es innegable que el texto cortazariano ha dado ya un salto copérnico a partir de la inserción del propio procesoidentitario en la matriz simbólica del sin sentido, la rebelión, la “hartura”, la hybris y el desborde. Su enunciación se plantea como una “fiesta” en la que “están comprendidos orgullo, soberbia, desenfreno, escarnio sobre toda especie de seriedad y fariseismo. Un divino decir sí a sí mismo por plenitud y perfección animal. Estamos todos a los que el cristianismo no puede, honradamente, decir que...