Sensualidad pervertida: trabajo, tabú y vida humana en Cuervo, de Leopoldo Alas “Clarín”

Sensualidad pervertida: trabajo, tabú y vida humana en Cuervo, de Leopoldo Alas “Clarín”
Francisco La Rubia Prado
Georgetown University

La crítica sobre Cuervo, de Leopoldo Alas “Clarín,” ha sido hasta el momento escasa. Esta carencia se debe acaso a que el texto de Alas fue considerado como un “fracaso” (3) por uno de sus primeros—y más influyentes—evaluadores, Ricardo Gullón. A lalimitación cuantitativa hay que añadir una crítica, en general, bastante unidimensional, muy centrada en el estudio de don Ángel Cuervo—el protagonista de Cuervo—como personaje, subrayando la antipatía o simpatía que su peregrino vitalismo suscitaba en la figura autorial, Leopoldo Alas.1 El texto de “Clarín,” sin embargo, desborda con mucho los tradicionales parámetros analíticos de la crítica sobre élejercida y, por ello, se nos presenta como una obra necesitada de urgente re-visión.
Mi aproximación a Cuervo aportará básicamente dos cosas hasta ahora inéditas: una lectura articulada en base a un “lenguaje crítico”—lo queFoucault llama un dispositif o “dispositivo de inteligibilidad.” En mi caso, tal lenguaje provendrá básica, aunque no exclusivamente, de Georges Bataille y sus ideas sobre lamuerte y la sensualidad. Además, mi lectura proyectará el personaje de Cuervo más allá de sí mismo para, mutatis mutandis, ver en él un carácter inmerso en un medio concreto, el pueblo de Laguna, y ambos, Laguna y Cuervo como representativos de la España y el español de la época de Leopoldo Alas. En este sentido, Cuervo se nos presenta como una severa crítica a la cultura española de su tiempo.Georges Bataille en su libro L’Erotisme2 sitúa como fulcro de su noción de cultura las nociones de trabajo y tabú. Ambas ideas limitan la acción de la “naturaleza” entendida ésta como comportamiento humano no mediado por la actividad racional. Históricamente, los tabúes, o restricciones, se refieren en primer lugar a la muerte física y más adelante al sexo. Ambos fenómenos—muerte y sexo—sonregulados socialmente por tabúes que, de ser transgredidos por el individuo, hacen que éste incurra en lo que Bataille llama “exceso” (30). La noción de exceso la asocia Bataille a la de “violencia”—o satisfacción, no mediada por la razón, de los impulsos espontáneos. Así, el tabú contribuye a definir el espacio del exceso y por ello es una herramienta básica del orden social frente a la violencia.
Laviolencia promueve la satisfacción inmediata de los instintos individuales; esa satisfacción espontánea puede frecuentemente oponerse a la productividad y, en último término, a la cultura en cuanto que actividad generada por la sociedad. Por el contrario, el uso de la razón, el trabajo y el tabú subordinan el instinto individual al bien común. Esa subordinación, de hecho, introduce el sentidohistórico en la sociedad, la aceptación de que con esfuerzo se conseguirá lo que sin él sería imposible conseguir, proyectando así la existencia de la comunidad hacia su propia autorreproducción y supervivencia. Así pues, el trabajo es en Bataille signo de comunidad, de preocupación por la supervivencia de la colectividad en un mundo entretejido por el tipo de restricciones que llamamos tabúes.Trabajo y tabú introducen orden en la vida individual y colectiva, mientras que la muerte y la sexualidad no ritualizadas son la expresión del desorden y el caos. La violencia de la muerte, por ejemplo, des-hace brutalmente el sentido del trabajo en la vida humana, de ahí que las personas rechacen tal violencia estableciendo culturalmente el horror al cadáver como expresión de su rechazo a laviolencia (45). El entierro pasma al ser humano que se enfrenta al cadáver, expresión individual, simbólica, de la muerte que puede destruirlo todo, que no se acaba con el muerto, y que amenaza a los vivos. Por ello, el enterramiento significa una protección frente al contagio de la violencia de la muerte. Esa violencia la representan sobre todo las formidables fuerzas que llevan al cadáver a su...