ser maestro
Jesús Alberto Echeverri Sánchez
Ser maestro es propiciar la conversación, multiplicarla, hacer que invada nuestros cuerpos de tal modo que no quede un solo rincón para losmalos recuerdos. Y en medio del rigor de la conversación untarnos de trocitos de humanidad que se expresan a través de las historias del alma. Historias que recrean todo una vida y van de la infanciaa la muerte.
Digamos que ser maestro puede entenderse como un viaje, lo que significa que nos hemos obligado a conocer nuevos paisajes y nuevos rostro. En la mayoría de los casos el viajeconlleva, por lo menos, dos puntos de referencia: un punto de partida y otro de llegada. En nuestro caso el uno y el otro han sido múltiples. Preguntémonos por el punto de partida y, claro está por el puntode llegada. De cierta manera se partió del desierto y la soledad, habitábamos tierras áridas en donde resultaba difícil reconocer las huellas de nuestros antepasados y por lo mismo, estabilizar elpresente. Cuando se carece de una mínima territorialidad se puede decir que habitamos un mar de arena, y la soledad nos remite a la ausencia de hablante y oyente.
Los maestros debemos reinventar eltiempo. No basta invertir el orden de rotación de los signos del tiempo, es necesario detener el sol, como David frente a las murallas de Jericó. Detener el tiempo y preguntarnos: ¿Cómo pude entenderseel mandato de renunciar a la voluntad de enseñar o a la intención de aprender? Por ahora buscaremos dar una respuesta musical a este interrogante, tal vez lo que más podría agradar al mismo Nietzsche,al destacar el rechazo que en la ópera The Wall en su versión cinematográfica se hace de la intención de enseñar; y se va más allá, se rechaza la demostración como forma de exposición, no sólo delsaber filosófico sino del saber pedagógico; allí se acoge la propuesta Nietzche de la tonalidad del alma como forma de exposición del saber filosófico. Esta ópera trágicamente maravillosa nos habla de...
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