Ser Niño
A pesar de su gran barriga, Rosaria Araya no sentía "ninguna incomodidad ni dolencia alguna". Al contrario, semostraba "siempre ájil para trajinar", lo que maravillaba a todo el mundo, puesto que no comía nada. O casi nada. Su única obsesión era engullir grandes cantidades de chagurires, "por el fresco de ellos". De modo que cuando subió al monte con sus hermanos para rescatar su buey desbarrancado, se detuvo continuamente en el camino para tomar chagurires y estrujarlos en su boca. Así pudo sentirse ágily animosa para, a pleno sol, descuerar el buey, cortar una de sus piernas "y para trer ésta i el cuero a la rastra asta su casa".
José Simeón estaba asombrado por la vitalidad de Rosaria Araya. Sobre todo, al saber que ella, después de esa subida, "iso otra, también al cerro, casi a igual distancia, i en la que anduvo sin fatigarse". Era de verdad increíble. Sin embargo, ya por este tiempo"no pudo dormir de ninguna manera sino sentada", y al frisar los nueve meses se hizo necesario prestarle ayuda cuando quería pararse, debido al mucho peso de su barriga. Aunque "puesta de pie, pudo siempre andar i ocuparse en los quehaceres domésticos".
José Simeón tenía razón: Rosaria Araya era una joven campesina de mucho ánimo y vitalidad.
"El día catorce del presente de 1845, entre cuatroi cinco de la tarde, le principiaron los dolores".
Se dio aviso a la madre. Se hizo venir a Damiana Soto, para que colaborase en el parto. Y sin mayores complicaciones, como a las siete y media de esa misma tarde, vino el parto, naciendo un varón. Unos instantes después "también vino la par", con lo que la parturienta se sintió más aliviada. Viendo eso, las comadronas "la echaron a la cama,quedando con algunos dolores, aunque pequeños".
Durante dos días, Rosaria Araya permaneció en cama, "con dolores muy lentos". Su enorme barriga estaba también allí. Latente. Sin desincharse. Como en obediencia a una voluntad propia. Trascendente a la vida del hijo que había expulsado fuera de sí. Rosaria Araya comenzó a tener miedo. Se puso tensa.
Entre ocho y nueve de la mañana del tercerdía, la gran barriga comenzó a retorcerse con dolores rápidos y agudos. Rosaria comenzó a perder el control de sí misma. Corrieron a buscar a Pascuala Barrera, "la que abiendo venido muy pronto, i pulsando a la paciente, dijo que era parto". Previendo un parto difícil, la madre hizo llamar a un hombre, "para que las ayudase teniéndola". A las diez de la mañana nació una mujercidta, seguida de lapar.
Tras su segundo parto, Rosaria Araya no mostró síntomas de fatiga alguna. Se sentía bien. Recibió un poco de caldo y pidió jugo de chagurires. Todo pareció entonces normalizarse. Pero otra vez, como a las once, "le apuraron nuevos dolores, y en término de una ora nació otra hembra, i luego salió también la par".
Fue entonces cuando, todabía bajo el peso de su gran barriga, RosariaAraya estalló en una gran desesperación.
"Por esta tercera se afligió la pasiente demaciado, recordando su pobreza i la de sus padres, diciendo que aria con tantos hijos i como se vería para criarlos pues era tan pobre, por lo que deseó mas bien morir".
La madre y las otras personas que la auxiliaban se esforzaron por consolarla y tranquilizarla. Que no se afligiera. Que no iba a morir. Que...
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