ser viento
-¿Lo ves? -mi padre sehallaba fuera de sí.
Negué con la cabeza.
-¿Qué quieres que vea?
-Observa bien.
Se encorvó para alcanzar una linterna que llevaba debajo del asiento y cuando estaba tratando de encenderla, una delas muchachas drogadas se levantó para acercarse a nosotros. Mi padre la alumbró con el reflector. Era joven, de escasos dieciséis o diecisiete años, con la cara sucia, sin sostén y la blusa abiertahasta la mitad.
-No abras -dijo papá.
La chica se aproximó al automóvil tambaleándose, puso su boca sobre la ventana de mi lado, fue bajando lentamente hasta que su repugnante lengua excoriadaterminó de lamer el cristal.
-Vámonos -dije temblando por el repentino terror que me causó la escena-. No sé qué tratas de enseñarme.
-Observa.
La joven desapareció bajo mi portezuela. Papá aprovechópara apuntar con la linterna de mano hacia el grupito de despojos humanos.
-¿Ahora sí lo ves?
E¡ haz luminoso descubrió el rostro de un muchacho que yo conocía muy bien.
-¿Martín ... ?
-Sí.
-Nopuede ser... Sólo se parece...
-Es él.
-Pero...
Una angustia lacerante comenzó a asfixiarme. Abrí la puerta y me bajé. Sin quererlo, pisé a la chica que estaba alucinando casi debajo del automóvil. Nose quejó. Caminé con pasos trémulos hasta los drogadictos. Mi padre me alcanzó.
-Es peligroso...
Martín levantó la cara y me clavó la vista como intentando reconocerme.
Las lágrimas de miedo seconvirtieron en lágrimas de ira. Quise golpearlo, matarlo, matarme... Maldije la hora en que se detuvo para invitarme a salir, la hora en que, sin conocerlo más que de vista, acepté, la hora en que......
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