serenidad

-¿Estás seguro que se encuentra bien? -una armoniosa voz interrumpió su camino, giro su rostro lo suficientemente como para ver de quien se trataba. -Si quieres puedo acompañarte. -se ofreció. Aquélla grande estola no le permitía ver lo suficiente a la chica, suspiro. -Si no quieres no importa, con la medicina será suficiente.
Observó aquel extraño recipiente entre sus garras, ¿y si no erasuficiente? ¿si se trataba de algo más grave? Él era un completo imbécil a la hora de cuidar a un niño, aquél ámbito era el único en el cual se consideraba un completo perdedor.
-Ven -corto y precisó. Aquélla fría mirada se dirigió aquel grande bulto blanco que llevaba en su hombro derecho. -Sujetate fuerte- sugirió. No lo dudo ni un segundo más y comenzó a elevarse por los aires.
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-¡El amo bonitoa regresado! -aquélla chillona voz fue lo único que pude oír y percibir, antes de aterrizar por completo eché un vistazo a donde se encontraba aquél pequeño acompañante de Sesshomaru, dude unos segundos ¿en donde se encontraba Rin?
-La he refugiado en una cueva por si te lo preguntas humana -asentí levemente mientras lo seguía. Aquél tono frío y cruel jamás había abandonado su voz y su mirada,pero sin embargo se había preocupado de ir hacia la aldea de la anciana Kaede a pedir algún tipo de medicina para la pequeña Rin, sonreí cortés después de todo había heredado algo del solidario corazón de su padre.
Atravesamos un campo de energía que escondia una pequeña cueva, unos leves quejidos fueron lo primero que oí. Sesshomaru camino hacia el lado izquierdo y de la pared retiro a colmillosagrado, entonces comprendí había usado el campo de la espada para proteger a Rin.
-¿Señor Sesshomaru? -una débil voz se oyó, camine preocupada entre la oscuridad y vi a Rin recostada sobre una acojedora colcha, me sonrió. -Señorita Kagome -murmuró débil, la presencia de Sesshomaru se acerco a una prudente distancia.
-Tienes fiebre, dime pequeña ¿tu cabeza duele mucho? -abrió un poco más sus ojose hizo una mueca de dolor, quizás había pescado un resfriado. -Procura no moverte mucho, ¿de acuerdo? -me sonrió de vuelta, agradecia a ver traído el equipaje conmigo.
Me puse de pie y camine hacia Sesshomaru quien aunque no quisiera admitirlo, se veía preocupado. -¿Me das el recipiente? -me entrego el frasco transparente y volvió a fijar su mirada en Rin. -Va a estar bien -le comente, pero sumirada seguía observando el mismo sitio.
Observé la cueva, era bastante acogedora pero aún así se percibia un aire helado allí. Junte un par de leños que estaban alrededor de la cueva y busque el encendedor en mis bolsillos, prendí con éxito la fogata y cubrí con una manta el cuerpo de Rin, si tenia fiebre seguramente sentía frío, abrí uno de los paquetes que contenía aquéllos paños húmedos quebajaban la temperatura y lo puse en su frente, por ahora estaría bien, quizás el dormir un poco la aliviaria un poco.
-Creo que con eso será suficiente -le dije. Fruncio el ceño y miro más atento, ¿acaso ocurría algo? Continuo con la misma posición varios minutos y me observo.
-¿Y para que demonios era aquél recipiente extraño? -enarco una ceja. Definitivamente era alguien muy observador.
-Ellíquido debe beberlo cuando despierte, si quieres puedo quedarme está noche cuidándola, no tengo problema -dejó de cargarse contra la roca y finalmente se puso de pie, camino hacia la salida de la cueva.
-Haz lo que quieras -murmuró friamente, a pesar de todo no lograba comprender aquél odio que sentía por los humanos y lo más extraño, viajaba junto a una niña pequeña y cuidaba de ella.
{Narra Kagome}-Esta medicina sabe muy mal -comentó angustiada, reí por la expresión que mantenía en su rostro. -Señorita, ¿esta usted segura que con esto me sentiré mejor? -preguntó. Vi aquel resplandor de inocencia en sus ojos y asentí sonriente, protesto.
-Rin -aquel frío tono de voz era completamente familiar, ambas nos giramos en busca del dueño de aquélla voz. -Bebelo todo -Rin sonrió ampliamente y...