Sesgo de confirmación
Frecuentemente se escuchan fervorosos argumentos en contra de una
actividad humana tan natural como endémica, “el prejuicio” es sin duda un rasgo distintivo de todas las sociedades de hoy y de
épocas anteriores.
Pero, sin restar, importancia a ésta problemática es igualmente
importante otro aspecto del juicio de las personas; uno en el que podríamos decir que es incluso más importante que el prejuicio
mismo porque permite afirmar una postura indefinidamente.
A esta conducta se la llama “sesgo de confirmación”.
En él sesgo de confirmación se toma la decisión inconsciente de
favorecer la información que afirma nuestros juicios previamente
formados, y desechar los que nos contradicen. Es un acto
deliberado y selectivo que nos coarta la imparcialidad, y para el cual estamos programados de nacimiento.
Es muy evidente cuando la información es de carácter emocional o
compete a un juicio que está hace mucho tiempo arraigado en el
individuo. Por ejemplo la religión, el aborto, la pena de muerte, etc. Todos
éstos son temas que, por lo general, las personas elaboran un
juicio y toman una postura al respecto. Este sesgo permite que descalifiquen las pruebas contrarias a lo
que pensamos, sin siquiera darle un tratamiento reflexivo y
alejándonos de la verdad.
Podemos explicarlo en un contexto evolutivo si entendemos que el razonamiento de un individuo puede favorecer posturas ideológicas
a cambio de permanecer en un grupo dado o de sentirse
perteneciente en un ambiente próximo y en el que se encuentre cómodo. El cerebro, en algunas situaciones, suele tomar atajos en
el razonamiento:
“siempre es mejor equivocarse por ver una amenaza donde no la hay que lo
contrario: ¡si parece una serpiente, corra todo lo que pueda!”
Y con esto cuestionar pobremente el argumento de los demás. Las
ideas inculcadas desde temprano suelen ser muy difíciles de
contradecir cuando no hay un ambiente propicio.
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