sexualidad en oriente

Las relaciones sexuales en las sociedades de Oriente Medio han expresado a través de la historia las jerarquías sociales, es decir, las posiciones sociales de dominio y subordinación: los hombres adultos arriba; las mujeres, los niños y los esclavos abajo. La distinción que hace la moderna “sexualidad” occidental entre identidad sexual e identidad de género, es decir, entre distintos tipos deinclinaciones sexuales y distintos grados de masculinidad y feminidad, no ha tenido hasta hace poco mucha repercusión en Oriente Medio. Las categorías de dominador/ dominado y heterosexual/ homosexual son estructuras de poder. Presentan a los actores sociales como “poderosos” o “débiles”, “normales” o “desviados”. El concepto actual de lo “anómalo” se opone a cualquier clasificación que pretendareconocer una realidad más compleja de los múltiples y cambiantes planteamientos respecto a la sexualidad, la identidad y el poder.
A comienzos de 1993, la noticia de la propuesta del presidente Clinton para acabar con la prohibición de que los homosexuales sirvieran en el ejército de los Estados Unidos dio lugar a que un joven egipcio en El Cairo, ansioso por practicar su inglés, me preguntara porqué el presidente deseaba “arruinar el ejército americano” admitiendo a “ésos que no son ni hombres ni mujeres”. Cuando pregunté si entre “ésos” incluiría a un hombre casado que también deseara practicar sexo con chicos adolescentes, respondió sin vacilar que no. Para este egipcio no era fácilmente comprensible que un “homosexual” occidental pudiera ser considerado como un hombre o una mujer,mientras que un hombre que tenga sexo tanto con mujeres como con chicos tan sólo está haciendo lo que hacen los hombres. No es la existencia de relaciones homosexuales lo que resulta nuevo, sino que éstas se asocien con una determinada identidad sexual, en lugar de con jerarquías basadas en la edad o la clase y el estatus sociales. Un estudio reciente sobre la familia y las relaciones de poder en elentorno urbano sugiere que los tabúes y los silencios sociales relacionados con el comportamiento sexual facilitan un espacio para la negociación [3] . Ponen fin con discreción a incidentes que, en caso de hacerse públicos, serían condenados como una conducta sexual ilícita –adulterio, homosexualidad, relaciones prematrimoniales–, ayudan a mantener los principales valores familiares y que no se veanamenazadas la difusión y el apoyo a las redes sociales. Tales silencios, sin embargo, permiten que permanezcan inalterables las interpretaciones de las normas relacionadas con el comportamiento sexual lícito o ilícito, perpetúan los valores familiares patriarcales y legitiman los patrones de violencia sexual como los crímenes de honor, la circuncisión femenina y la agresión a los homosexuales [4]. También en 1993, un médico egipcio vinculado al Hospital Qasr al-‘Aini de El Cairo me informó de que el SIDA y las enfermedades venéreas no eran un problema en Egipto porque en un país islámico no existen ni la prostitución ni la homosexualidad. Aunque esta afirmación pueda expresar unos convencionalismos que resulten apropiados para mantener una conversación con un extranjero, está muy alejadade la realidad histórica. A lo largo de los siglos, la prostitución en las sociedades islámicas ha sido tolerada de manera intermitente, regulada y reprimida casi en la misma medida que en las sociedades cristianas y, hasta hace poco, las prácticas homosexuales han sido más toleradas en las sociedades islámicas que en las cristianas [5] . Negar la existencia de prácticas sexuales transgresorasayuda a ocultar la naturaleza ideológica de la “transgresión”, dificultando, por ejemplo, que pueda verse a las prostitutas como trabajadoras que se mantienen a sí mismas o a sus familias prestando unos servicios de los cuales existe una demanda social. Tales rechazos legitiman los fracasos para responder de manera efectiva frente a problemas de salud pública como el SIDA [6] . Representaciones...