si al tlc



YO BRUJA
I
Muchas veces pensé que la imposibilidad del olvido me comería los nervios con el tiempo y que tampoco sería capaz de asumir mi vida sin sentirme ajena al resto del mundo. Tratando de apartarme sin resultados, los recuerdos a veces venían así, como ese, en el encuadre de una casa levantada sobre piedras simétricas que despedía olor a musgo por los rincones. Demasiado sol ydemasiada lluvia la deterioraban día con día y el frenesí nocturno del movimiento de los objetos, los sonidos de las paredes y las sombras siempre la acompañaban.
- Bájate de ahí, dijo mi madre sin siquiera voltear a mirar. Entonces me di cuenta de que por puro instinto me había subido a lo alto del viejo armario de madera que custodiaba la habitación, para mirar desde arriba y para saber quénuevas cosas había escondido papá fuera del alcance de los niños: una vieja arma reglamentaria, dos cajas de color amarillo llenas de municiones y un gastado bastón.
- ¡Bajate de ahí ya, Amanda! y como desobedecer no era opción, de inmediato me sentí arrojada sobre la cama resoplando para recobrar el aliento.
- No hagás eso si yo no estoy oíste, o mejor, no lo hagás más...
Con el cuerpo aún fríopor el abandono, todo aquello no era sino una travesura. Era delicioso deslizarse sin controles por los altos de la habitación, sin el peso del cuerpo como un lastre.
La casa la construyó mi padre en su huida de los destrozos ocasionados por las crecidas de los ríos aquel tiempo de lluvia tropical. Él y mi madre llegaron arrastrando a sus primeras hijas y lo poco que les quedaba. Con un tratomal logrado, mi padre canjeó lo que quedaba de su antigua finca por un terreno en un pequeño pueblo cercado por árboles, camino a una quebrada y con una sola salida. Fue una suerte, me decía, haber encontrado grandes y simétricas piedras que como un lecho invitaban a construir sobre ellas. Yo nacería años después para habitar y sentir del mismo modo en que lo hacía mi madre, que ese terrenoestaba habitada desde mucho antes.
Lo que papá pensó como un amable lecho de piedras y drenaje natural sobre el cual echar los cimientos de la casa, pude comprobar con los años y la ayuda de mis amigos geólogos y antropólogos, que no era otra cosa que un cementerio indígena del año mil de esta era; así que mi padre había erigido la casa del modo más insolente sobre aquella tierra conjurada porchamanes desde años ancestrales. De nada valieron materialmente aquellas artes mágicas de los chamanes sobre sus tierras, sus ceremonias y sus muertos, porque mi padre despejó con ingenuidad el lugar y de buena fe plantó nuevos usos al terreno que se completó con el ir y venir de chiquillas que jugaban a buscar nuevos juguetes con formas de animales y ollitas de piedra y barro.
Más allá de lo quepudiera pensarse, la casa fue solo el escenario en el cual se puso de manifiesto mi naturaleza. Su constante movimiento sirvió para darme cuenta de esa sensibilidad que por mucho tiempo resultó más que desagradable e incluso algunas veces llegó a causarme terror. En la casa vivía con mi familia y convivía con sombras y perfiles, susurros y fuegos espontáneos, que corríamos a apagar. Vivía sinsaber nunca qué encontraría al pasar de una habitación a otra. Eso me llevó a pensar en que todo lo que no era material, era horrible y a falta de otras pruebas pasé mi infancia evitando lo más posible quedarme sola sobre todo cuando las sombras de la noche iniciaban su descenso sobre el predio ocupado por la casa, auxiliadas por lo profuso de los árboles. En esos momentos dejaba mis juegos ybuscaba la compañía de personas mayores.
A veces llegué a sentir aquella infancia como una ilusión porque todo sonaba a inverosímil, mi capacidad de percibir lo que supuestamente no estaba, me seguía. Después, las prácticas y pequeños gestos compartidos con mi madre durante años afianzaron en mi la consciencia haber sido llevada al mundo de un modo inusual. Es por ello que los recuerdos...