Si claro

Me encuentro frente al pelotón de fusilamiento. Aún están vendados mis ojos, pero puedo escuchar los gritos desesperados del comandante en jefe pidiendo orden en las filas. El repiqueteo de losfusiles es estremecedor. Oigo pasos débiles. Un par de manos diestras se las arreglan para quitarme la venda de los ojos. A pesar de faltar un par de horas para el mediodía, la luz del sol me resultacegadora, cual cruda realidad apenas descubierta. Lo primero que logro distinguir entre las manchas de personas es una silueta hermosa. Su rostro me es irreconocible. A pesar de los avisos, un centenar deciviles se aventuraron a asomarse por sus ventanas para presenciar mi muerte: muy pocas veces se tiene el gusto de ver a un condenado que se ha sentenciado a sí mismo. Una ligera desesperación seempieza a apoderar de mí. Mis manos sudorosas me delatan. Se transforma en incertidumbre, dudas y un enojo irascible contra mi propia persona. “¿Qué es lo que he hecho?”Apenas y puedo articular laspalabras. La cara de un hombre sabio indignado me pide que no olvide. Hago mi mayor esfuerzo… recordando brevemente mis últimos actos, sé que no he vivido del todo. Lo peor del caso es que no estoy segurodel porqué merezco esta sentencia. Ahora lo recuerdo: estaba destinado a ser un héroe. Mi encomienda trazaba un largo camino de rectitud y liderazgo hacia la libertad. Fallé. Fui frágil. Caí en latentación y una vez dentro es imposible escapar de las consecuencias. Poco a poco fueron resonando en mi memoria las espadas y balazos que dieron fin a la cuadrilla de hombres más valientes que se hayavisto jamás. Al final sólo quedé yo. Escapé, pero me di cuenta que un aura de culpa me perseguía. Lo sentía en mi pecho, como si mi cuerpo estuviera atrapado entre dos paredes. Lo demás es historia. Miaparición y el revuelo que causó en el país no me importan. Sé que estoy haciendo lo correcto. Ya no siento miedo. “¡PELOTÓN!” No me quedan dudas. “¡PREPAREN!” Creo que he logrado perdonarme a mí...