Si me dices ven lo dejo todo pero dime ven

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Dedicada a todos

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los que siguen queriendo ser diferentes

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y luchan contra aquellos

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que desean que seamos iguales...

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Escrito durante el verano del año 2010
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por aire, mar y tierra en...
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Menorca, Ibiza, lʼEscala, Cabrils,
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Barcelona, Las Pungolas,
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Zurich y Helsinki...
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Cuando crees que conoces todas las respuestas, llega el Universo y te cambia todas
las preguntas...
JORGE FRANCISCO PINTO,!
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maestro

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Recuerdo como si fuerahoy cuando ella me dijo: «¿No deseas poder ser feliz en todos
los aspectos de tu vida...? ¿No tener que aceptar nada que no te agrade...? ¿Sentir
que la vida es controlada por ti en lugar de ir a rebufo de ella en el vagón 23...?».
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No respondí...
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Sólo resoplé, resonó un montón de aire saliendo de mi nariz y apareció mi diente roto
tras una sonrisa de esperanza.!

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Y no dije nada, porque cuando llevas años aceptando que tu vida es lo que te pasa y
no lo que originas... Pues, lamentablemente, te acabas acostumbrando.
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Seguidamente ella añadió: «¿Conoces una vieja canción que dice “Si tú me dices ven
lo dejo todo”?».
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Volví a afirmar en silencio; no me salían las palabras, la emoción me tenía atrapado. Mi
gargantaera incapaz de crear sonido alguno.
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Ella continuó: «Pues siempre he creído que a esa canción le falta algo... Debería ser:
“Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven”».
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Finalmente me miró y me soltó las tres preguntas que llevaba años deseoso de que alguien me hiciera: «¿Quieres o no quieres controlar tu vida? ¿Quieres o no quieres ser
dueño de todos tusmomentos? ¿Quieres?».
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Y dije que sí, el sí más alto y más potente que ha salido de mis cuarenta años de vida.
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Un sí que contrastaba con el no más rotundo que había escuchado muy pocas horas
antes...
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Y tenéis que entender ese «no» antes de que os hable de ese «sí». Si no todo carecerá
de sentido y no comprenderéis absolutamente nada.
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!Por ello, es imprescindible que conozcáis lo que pasó en las horas previas a conocer a
la mujer que cambiaría la forma de ver mi vida y mi mundo.
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Vayamos a ese «no»...
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Unas cuantas horas antes discutía con mi pareja. Nada extraño ni grave en nosotros,
últimamentesiempre discutíamos.
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Si alguien nos hubiese visto pensaría que estábamos al borde de la ruptura, pero tan
sólo era nuestro día a día.

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Eran las siete y media de la mañana. Pensé que pronto amanecería y que aún necesitábamos dos horas más de conversación y quizá hasta unos buenos veinte minutos de
sexo posterior para hacer las paces. Todo aquel tiempo que faltaba meproducía una
sensación extraña de déjà-vu.
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Las parejas y sus ritos. Las parejas y sus códigos.
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Toda pareja tiene su código de discutir, de hacer el amor, de perdonarse y hasta de reprochar las cosas al otro.
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Pero aquel día el código se rompió, no hubo dos horas más de conversación ni veinte
minutos de sexo posterior... Lo supe cuando noté su miradaen mí... Era una mirada
que desconocía, no iba acompañada de ninguna palabra.
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Ella siempre que me miraba me hablaba, era una de sus muchas virtudes que me alucinaban. Quizá porque no la poseía... Quitar el sonido a su mirada me heló completamente.
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Parecía que estaba a punto de decirme algo del estilo: «Esto no funciona...», «Estoy
harta de discutir...» o «Por qué...