Si quieres irte, vete del libro la ultima oportunidad
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—
Claro que me hubiera venido bien ser hombre para tener derecho a gritar, igualque tú.
—
De todas formas lo haces. ¿O es que no te has oído, bruja histérica? Te gustamandar ydisponer, pero lo absurdo es que también quieres que te mantengan.
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¡Lárgate de esta casa!
—
Claro que me voy. Ese siempre fue tu deseo, ¿verdad? ¿Por qué no lo dijiste antes?
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Porque te teníamiedo, pero ya no, ¿me oyes?
—
Así que ése es tu plan. ¿Y desde cuándo? ¿Las feministas te lavaron el cerebro? ¿Tedijeron que debes estar en la onda de la liberación? Mira que si salgo por lapuertaahora no me volverás a ver, te lo advierto...
—
Ya no amenaces que me das lástima. Vete. Te estás tardando.Me volví de espaldas y seguí haciendo mi maleta.
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Quiero que cuando estés lejosrecuerdes la enfermedad de tu hijo
—
remató
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. Yaviste cómo le afectó la idea de nuestra separación.
—
¿Ya le dijiste que estás viendo abogados?
—
Sí, para prevenirlo.Pateé el equipaje ycomencé a dar vueltas por el cuarto. Recordé que, antes de lacrisis, el niño había gritado una y otra vez
“
no se vayan", y después del ataqueremarcó la frase "los quiero a los dos...
juntos
”
—
¡Maldición...!
—
mascullé
—
. ¿Sabes que haberle dicho eso pudo ser la gota quederramó el vaso en su sistema nervioso? ¡Maldición, maldición!
—
repetí dando dos,tres, cuatropuñetazos con todas mis fuerzas en la pared, hasta que un intenso doloren los nudillos me detuvo.Salí del cuarto. Mi esposa me siguió hasta la sala.
—
Las cosas no se pueden ocultar. ¿Crees que Daniel estarado? El se da cuenta detodo. Además no fue por eso que sufrió el ataque. Tiene más de un año que lossíntomas desaparecieron y creímos que se había curado, así que hace dos semanas lesuspendimos elmedicamento, ¿ya no te acuerdas? Por eso pasó lo que pasó.
—
¿Le suspendimos...? ¿Dejaste de darle la etosuximida?
—
me le aproximé con losojos muy abiertos y respirando agitadamente.
...
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