Siempre hay una salida
A partir de los planteamientos de Aristóteles en su Problema XXX, se ha enaltecido de manera excesiva el valor del silencio, la soledad y la tristeza como rasgospropios de los espíritus refinados, seres destinados a sobresalir como artistas, guerreros o filósofos. Si se observa con detenimiento la historia del arte o de la filosofía se puede constatar que lamelancolía no es un requisito fundamental para desarrollar una obra, el proceso espiritual o intelectual no se hace más efectivo si el artista es triste, en muchas ocasiones la tristeza se halla másrelacionada con frustración, timidez o indignación:
El hombre indignado, y todo aquel que con sus propios dientes se despedaza y se desgarra a sí mismo (o, en sustitución de sí mismo, al mundo, a Dios, oa la sociedad), ése quizá sea superior, según el cálculo de la moral, al sátiro reidor y autosatisfecho, pero en todos los demás sentidos es el caso más habitual, más indiferente, menos instructivo. Ynadie miente tanto como el indignado (Nietzsche. 1999: 55).
La alegría y la tristeza parecen ser dos caras de la misma moneda, ninguno de los dos estados da cuenta de su razón de ser, de sunaturaleza, pero la percepción que el triste o el alegre realiza de sí mismo, tanto como la relación que establece con el exterior -con personas, acciones e ideas- es radical: todo adquiere un sabor dulce oamargo, cuando se es muy triste o muy alegre no se admiten términos medios.
La alegría y la tristeza son estados de ánimo creados, artificiales, construidos a partir del deseo de quien experimentala sensación de tenerlo todo o de estar falto de algo:
Así como el alegre es incapaz de decir el motivo de su alegría y expresar la naturaleza de lo que le colma, el melancólico no sabe precisarel motivo de su tristeza ni la naturaleza de lo que le falta -salvo que se repita con Baudelaire que su melancolía carece de contenidos y lo que le falta no figura en el registro de las cosas...
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