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Siniestros sentimientos…







Al haber dejado atrás la escuela secundaria, creí que todas esas horribles pesadillas desaparecerían, creí tontamente que si me alejaba de todas esas personas, que falsamente se decían mis amigos, podría ser un poco menos desdichada. Pero estaba equivocada, y a través de este montón de tinta y papel te contaré mi historia, esa historia que me henegado a aceptar todos estos años, pero que me persigue cada día, y me perseguirá hasta el día de mi muerte. Pero, alto, no desesperes, te contaré mi desgracia desde el principio, para que entiendas, en verdad espero que lo hagas, por qué hice lo que hice. Comencemos, entonces…

Mi nombre es Celeste Valencia, y actualmente tengo diecinueve años. Todo lo que te voy a contar, inició cuando teníaquince y culminó cuando recién cumplí los diecisiete, lo quiero dejar claro para no confundirte. Físicamente me considero alguien atractiva, no es que sea vanidosa, pero tampoco voy a negarlo. Soy un poco bajita, pues mido un metro y cincuenta y tres centímetros, tengo un cabello oscuro, casi tanto como el cielo nocturno; mis ojos son de un color verde grisáceo, y mi piel es blanca. No puedo decirque tenga una magnífica figura, pues mis atributos femeninos no son especialmente vistosos. No imagines cosas, tampoco soy una tabla plana, simplemente mi cuerpo no llama tanto la atención como el de otras chicas de mi edad. Mi Desgracia, como he decidido llamar la historia de mi juventud, empezó con una serie de hechos desafortunados en la escuela secundaria. Por aquél entonces, yo residía enInglaterra, tenía unos padres enormemente millonarios, y, por tanto, desnaturalizados y despreocupados. Nunca tuvieron tiempo para mí, como pasa con la mayoría de las familias adineradas, y la salida más fácil fue recluirme en un internado para gente “bien”. No pasaron ni dos días de mi llegada a ese dichoso instituto (cuyo nombre prefiero no decirte), que ocurrió mi primer gran desgracia. Era undía realmente precioso, estábamos a mediados de otoño, y una suave y fresca brisa soplaba entre los árboles, ya coloreados de tonalidades rojas y cafés. Caminaba tranquilamente por los jardines de la escuela, y me deleitaba al escuchar y sentir el débil crujido de las hojas secas bajo mis pies. Rodeaba el edificio principal del instituto, una enorme construcción con historia desde principios delsiglo XVIII, imponente, de ladrillo rojo, techos irregulares y figuras de mármol de doncellas en las ventanas, que siempre estaban inmóviles, y lo estarían por los siglos de los siglos. Me encontraba tan absorta en mis pensamientos, que no me di cuenta de que tropezaba con la raíz de un árbol, sino hasta el momento en que mi cara se estrelló contra el suelo. Comencé a escuchar las risas sofocadas, quepoco a poco se convirtieron en sonoras carcajadas. Con la cara roja de vergüenza, me puse de pie. Apenas me miraron, comenzaron a murmurar todos a la vez. Y luego exclamaciones de asombro, y risas ahogadas. Y el flash de una cámara cegándome unos segundos. Todo pasó demasiado rápido, y fui consciente de mi penosa situación demasiado tarde. Mi blusa blanca de botones estaba desgarrada de la partedel pecho, mi cuerpo estaba expuesto. Me tapé con los brazos lo mejor que pude, intentando que las lágrimas no me dejaran ciega por completo. Me quedé inmóvil unos segundos, mientras la gente seguía murmurando. No pude soportarlo más, y corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron. Corrí muy rápido, y no miré atrás ni un solo segundo. Cuando llegue a mi dormitorio, cerré la puerta conviolencia, me metí dentro de las mantas de mi cama, y lloré amargamente. No podía ser real, era imposible. Nada de lo antes sucedido era verdadero. Traté de convencerme a mi misma de que luego de un tiempo lo olvidarían. Pero era inútil, tenían una foto, Dios santo, una foto. Toda la semana siguiente no fui a clase. Evité cualquier contacto con el exterior, con la esperanza de que los sucesos que me...