SIGMUND FREUD OBRAS COMPLETAS
OBRAS COMPLETAS
Cinco conferencias sobre Psicoanálisis (pág. 25 a 44)
III
Señoras y señores: No siempre es fácil decir la verdad, en
particular cuando uno se ve obligado a ser breve; así, hoy
me veo precisado a corregir una inexactitud que formulé
en mi anterior conferencia. Les dije que si renunciando a
la hipnosis yo esforzaba a mis enfermos a comunicarme lo
quese les ocurriera sobre el problema que acabábamos de
tratar -puesto que ellos de hecho sabían lo supuestamente
olvidado y la ocurrencia emergente contendría sin duda lo
que se buscaba-, en efecto hacía la experiencia de que la
ocurrencia inmediata de mis pacientes aportaba lo pertinen
te y probaba ser la continuación olvidada del recuerdo. Pues
bien; esto no es universalmente cierto.Sólo en aras de la bre
vedad lo presenté tan simple. En realidad, sólo las primeras
veces sucedía que lo olvidado pertinente se obtuviera tras un
simple esforzar de mi parte. Si uno seguía aplicando el pro
cedimiento, en todos los casos acudían ocurrencias que no po
dían ser las pertinentes porque no venían a propósito y los
propios enfermos las desestimaban por incorrectas. Aquí elesforzar ya no servía de ayuda, y cabía lamentarse de haber
resignado la hipnosis.
En ese estadio de desconcierto, me aferré a un prejuicio
cuya legitimidad científica fue demostrada años después en
Zurich por C. G. Jung y sus discípulos. Debo aseverar que a
menudo es muy provechoso tener prejuicios. Sustentaba yo
una elevada opinión sobre el determinismo {Determinienmg}
de los procesosanímicos y no podía creer que una ocurrencia
del enfermo, producida por él en un estado de tensa atención,
fuera enteramente arbitraria y careciera de nexos con la
representación olvidada que buscábamos; en cuanto al hecho
de que no fuera idéntica a esta última, se explicaba de
manera satisfactoria a partir de la situación psicológica pre
supuesta. En los enfermos bajo tratamientoejercían su
acción eficaz dos fuerzas encontradas: por una parte, su afán
conciente de traer a la conciencia lo olvidado presente en su
inconciente, y, por la otra, la consabida resistencia que se
revolvía contra ese devenir-conciente de lo reprimido o de sus
Retoños. Si la resistencia era igual a cero o muy pequeña, lo
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olvidado devenía conciente sin desfiguración; cabía entoncessuponer que la desfiguración de lo buscado resultaría tanto
mayor cuanto más grande fuera la resistencia a su devenir
conciente. Por ende, la ocurrencia del enfermo, que acudía
en vez de lo buscado, había nacido ella misma como un sínto
ma; era una nueva, artificiosa y efimera formación sustituti
va de lo reprimido, y tanto más desemejante a esto cuanto
mayor desfiguración hubieraexperimentado bajo el influjo
de la resistencia. Empero, dada su naturaleza de síntoma,
por fuerza mostraría cierta semejanza con lo buscado y, si la
resistencia no era demasiado intensa, debía ser posible co
legir, desde la ocurrencia, lo buscado escondido. La ocurren
cia tenía que comportarse respecto del elemento reprimido
como una alusión, como una figuración de él en discurso indirecto.
En el campo de la vida anímica normal conocemos casos en
que situaciones análogas a la supuesta por nosotros brindan
también parecidos resultados. Uno de ellos es el del chiste.
Así, por los problemas de la técnica psicoanalítica me he
visto precisado a ocuparme de la técnica de la formación de
chistes. Les elucidaré un solo ejemplo de esta índole; se trata,
por lo demás, deun chiste en lengua inglesa.
He aquí la anécdota:1 Dos hombres de negocios poco es
crupulosos habían conseguido granjearse una enorme fortu
na mediante una serie de empresas harto osadas, y tras ello
se empeñaron en ingresar en la buena sociedad. Entre otros
medios, les pareció adecuado hacerse retratar por el pintor
más famoso y más caro de la ciudad, cada uno de cuyos cua
dros se...
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