Silbidos

SILBIDOS
La gente que va por la ciudad no silba. De vez en cuando se escucha algún grotesco chiflido que, según sus tonos, acentos y duración, sólo sirve para que alguna persona, que no oyó losgritos previos, advierta que se solicita su atención; para llamar a una mascota que está lejos y no quiere volver con su dueño; o para manifestar admiración por esta o aquella cualidad física valoradaque alguna señorita exhibe con o sin ostentación (actualmente son más las del primer grupo). Pero, si uno se fija bien, nadie anda silbando melodías. No me importaría si fueran lindas o feas, lo que mepreocupa es que la gente no silbe.
Cuando salgo de mi casa, siempre me asombro de ser el único que va silbando. A veces, silbo alguna de esas melodías que a uno no le gustan pero que se le peganinvoluntariamente; apenas me doy cuenta de eso, me enojo un poco conmigo o con el mundo y comienzo a silbar alguna cosa que realmente me guste. Los transeúntes escuchan desorientados, tratan de ubicar elorigen del silbido en otras bocas o cachetes hasta que me descubren y, entonces, no saben qué hacer; algunos me sonríen, eso me reconforta; otros me ven como a un bicho raro, eso me reconforta más.Soy, lo confieso, un bicho raro (lo que no entiendo es por qué me reconforto más con eso, como si uno tuviera que andar constantemente reconfortándose por lo que es, cuando uno es lo que es sinesfuerzo alguno).
Como todo bicho raro, no creo que exista el amor a primera vista; sé que existe, sí, el amor a primer silbido. Yo me paso la vida, como es natural, buscando y esperando que la mujer de laque voy a enamorarme se me cruce silbando la misma canción que yo vengo silbando. Yo puedo silbar inhalando o exhalando, por lo que casi nunca corto el silbido. Sin embargo, siempre tengo laprecaución de interrumpir la melodía durante uno o dos segundos, porque bien sabemos que si un silbido femenino viene a continuarla en el punto exacto donde se la dejó, el amor será eterno* (ante esta ley,...