Simples frases

No pudo evitar fruncir el ceño cuando vio que se acercaba hacia ella. Que apenas pudiese ver su rostro por culpa del denso flequillo que lo ocultaba provocó que todos sus sentidos se pusiesen alerta. Sabía por experiencia propia lo mucho que el alcohol cambiaba a las personas. Ya no sólo con la desinhibición, sino porque aquella droga líquida lograba sacar lo peor de cada uno, el animal sininstinto de autocontrol que se transformaba en un depredador capaz de hacer cualquier cosa para obtener aquello que su cuerpo deseaba. En un acto reflejo, cerró los ojos cuando vio que su mano se acercaba hacia ella. Y, tan sólo en el instante que noto que no era su mano lo que la tocaba sino algo similar al cartón, abrió los ojos con expresión perpleja.

Apenas un par de segundos después, buscó surostro. Pero, pese a que le hubiese gustado ver la expresión de sus ojos, los mechones castaños que parecían suaves y sedosos los protegían de ella, como si fuesen una muralla que se erigía entre ellos, separando así un mundobde otro, evitando con ello que ambos se fusionasen creando uno solo. Levemente decepcionada por no haber sido capaz de cruzar aquella frontera, entreabrió los labios en ungesto inconciente al tiempo que dirigía ambas manos hasta el paquete de tabaco, el cual cogió con ambas manos en un gesto tan delicado que pese a que sus dedos tocaron la piel de su compañero, llegó a dudar de que pudiese apreciar aquel leve roce, similar a una caricia, que surgió durante un pae de segundos, tan efímera y suave como la brisa del verano. Una vez tuvo el paquete en su poder, lo abriósuponiendo que querría que fumase. Aunque otra posibilidad, podría ser que se hubiese equivocado de marca, pese a estar practicamente segura de que era aquella marca la que habia visto presa en el paquete de tabaco del que él había fumado anteriormente. Aún confusa, expulsó muy despacio el aire a través de los labios ligeramente entreabiertos. Y, como si se tratase de algún extraño ritual, abrióel paquete de tabaco, frunciendo el ceño apenas un segundo después al comprobar que éste estaba vacío. Manteniendo el rostro estàtico, alzó los ojos verdosos hacia él como si esperase una respuesta. Pero, como supuso que no se la daría, dirió los ojos nuevamente al paquete y fue entonces cuando lo vio. Estaba allí, huérfano, indefenso, abandonado, casi como si se tratase de un animal enfermo, porlo que lo sacó con tanta delicadeza que creyó que se le escaparía de entre los dedos. Sin embargo, aquello nunca sucedió pese a que de repente su cuerpo hubiese perdido de golpe la fuerza que poseía.

Un titubeo. Otro más. Hasta que al tercero fue capaz de susurrar un frágil "No sé cómo hacerlo". Y, lo peor de todo, no mentía. Había perdido la noción del tiempo hacía más de tres años y por lotanto de la última vez que sonrió de forma sincera. Sabía entregar sonrisas falsas, todas y cada una de ellas ensayadas, pero era completamente incapaz de sonreír de verdad. Si hacía memoria, podía verse a sí misma jugando con su madre cuando ella aún era ella y no el monstruo que nacía del alcohol. Sin darse cuenta, suspiró y tragó saliva cuando notó que sus ojos comenzaron a arder. No, no podíallorar. Se negaba a ello y mucho menos si no estaba sola. Con la única necesidad de calmarse, soltó de nuevo el aire muy despacio por los labios, como si tratase de calmar todo el ansia que acababa de golpear su delgado cuerpo.

Cerraba los ojos de vez en cuando, incapaz de pensar con claridad deslizó su mano hasta la cabeza de su compañera. Sonreía con un leve sonrojo producto de los mareoscoaccionados por el licor. Comenzó a acariciarle como si fuese una pequeña niña que estaba siendo recompensada, abrió la boca para dejar escapar palabras al azar mientras se acomodaba sobre la cama ajena, más relajado de lo habitual.
– ¿No sabes cómo ser feliz?... Hm, yo tampoco.
Rió sin ánimos pues en el fondo hablaba en serio. Guardó silencio, cabizbajo, pensando en cosas arbitrarias, por ello el...