Sin Duda

Sin duda, el lector de Tomeo reconocerá inmediatamente haber ingresado en ese territorio a medias humorístico y a medias absurdo que constituye el ámbito propio de los relatos del autor aragonés.Para poner en práctica su idea, don Heriberto propone servirse de una edición de los cuentos de Andersen, y, en efecto, durante los días 15 a 26 de febrero ambos van alternándose para leer en voz altaun cuento cada día. Naturalmente, los cuentos tienen aquí un interés secundario -aunque la lectura reproduce a veces fragmentos textuales demasiado extensos-, porque lo que importa son los comentariosy la interpretación de los provectos lectores. Así, en “Los cisnes salvajes” lo que sucede es que “los doce hermanos, de hecho, fueron abandonados por aquel padre calzonazos, pero no germinó en suscorazones el deseo de vengarse de la cruel madrastra”. En “El gran Klaus y el pequeño Klaus” se destacan como elementos esenciales -lo que no deja de ser cierto- la codicia, la crueldad y la mentira.Para don Heriberto, el gran Klaus es un “oligofrénico” y el pequeño Klaus un sujeto “odioso”. La historia narrada en “El elfo de las rosas” está vista como un caso de necrofilia. La lectura de “¡Escierto!”, un cuento acerca de la propagación tergiversada de las noticias, suscita este comentario por parte de don Heriberto: “Ya sabemos que en este país hay mucha gente aficionada a poner muchos cerosdetrás de una verdad”. Lo que se ofrece en esta revisión es el punto de vista escéptico y desencantado de unos ancianos que, pese a todo, acaban encontrando en las fantasías de Andersen indicios yadvertencias sobre su propia situación. Así, el relato “El abeto”, acerca del árbol talado para la decoración navideña que acaba ardiendo en la chimenea, “parece la historia de nuestra propia vida”, comoafirma un apagado Heriberto, y “La vieja lápida”, que cierra significativamente la serie, es “el cuento más triste del mundo”, según el mismo personaje, y tiene tanta carga mortuoria como “El...