Sin Limites - Alan Glynn
Alan Glynn
Sin límites
Traducción de Efrén del Valle
es un sello editorial de Grupo Norma, S. A.
© 2001, Alan Glynn
Título original: The Dark Fields
Editor original: Bloomsbury
© 2011, de la presente edición en castellano para América Latina
Grupo Norma, S. A. para
Avenida ElDorado No. 90-10, Bogotá, Colombia
© 2011 por la traducción, Efrén del Valle
Primera edición: febrero de 2011
Diseño de colección: Compañía
Imagen de cubierta: Emin Kuliyev/Shutterstock
Maquetación: VÍCTOR IGUAL, S. L.
ISBN: 978-958-45-3193-3
Impreso por Cargraphics S.A.
Impreso en Colombia — Printed in Colombia
febrero de 2011
Para EithneQuisiera dar las gracias a las siguientes personas por su ayuda y apoyo, tanto moral como editorial: Eithne Kelly, Declan Hughes, Douglas Kennedy, Antony Harwood, Andrew Gordon, Liam Glenn, Eimear Kelly, Kate O'Carroll y Tif Eccles.
Había recorrido un largo camino para llegar a ese prado azul, y su sueñodebió de parecerle tan próximo que difícilmente se le escaparía. No sabía que ya había quedado atrás, en alguna parte de aquella vasta oscuridad, más allá de la ciudad, donde los campos oscuros de la república se extendían bajo la noche.
F. SCOTT FITZGERALD, El gran Gatsby
Primera parteI
Se está haciendo tarde.
He perdido la noción del tiempo, pero deben de ser más de las once. Tal vez se esté acercando ya la medianoche. No obstante, soy reacio a consultar el reloj, pues eso no hará sino recordarme el poco tiempo que me queda.
En cualquier caso, se está haciendo tarde.
Y todo está en silencio. Aparte de la máquina para hacer hielo que zumba frente a mi puertay alguno que otro coche que recorre la autopista, no oigo absolutamente nada: ni tráfico, ni sirenas, ni música, ni lugareños charlando, ni animales intercambiando extrañas llamadas nocturnas, si es eso lo que hacen los animales. Nada. Ni un solo ruido. Es horripilante, y no me gusta. Quizá no debería haber venido hasta aquí. Tal vez debería haberme quedado en la ciudad y dejar que el parpadeo dela luz cortocircuitara mi ahora sobrenatural capacidad de atención, que el ajetreo y el ruido incesantes me agotaran y quemaran toda esta energía que bombea en mi organismo. Pero si no hubiese venido a Vermont, a este hotel de carretera —el Northview Motor Lodge—, ¿dónde me habría hospedado? Difícilmente podría haber impuesto mis aflicciones a mis amigos, así que imagino que no tenía más opciónque esta: montarme en un coche y abandonar la ciudad, conducir cientos de kilómetros hasta esta plácida y desierta región del país.
Y hasta esta plácida y desierta habitación de hotel, donde sus tres motivos decorativos, distintos pero igualmente abigarrados —alfombra, papel de pared y sábanas—, pugnan por captar mi atención, por no hablar de las omnipresentes obras de arte de centro comercial, laimagen de una montaña nevada sobre la cama y la reproducción de Los girasoles junto a la puerta.
Estoy sentado en una butaca de mimbre en un hotel de carretera de Vermont; todo me es desconocido. Tengo un ordenador portátil apoyado sobre las rodillas y, a mi lado, en el suelo, una botella de Jack Daniel's. Miro hacia el televisor, atornillado a un rincón de la pared, y está encendido,sintonizada la CNN, pero con el sonido apagado. En pantalla hay un equipo de comentaristas —asesores de seguridad nacional, corresponsales de Washington y expertos en política exterior— y, aunque no puedo oírlos, sé de qué hablan... Hablan de la situación, de la crisis. Hablan de México.
A la postre cedo y miro el reloj.
No me puedo creer que ya hayan transcurrido casi doce horas. En un rato, por...
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