sin limites
Límites
W. J. Ralde
¿y tú qué harías por amor?
©Derechos Reservados
Capítulo uno
Sonó el teléfono.
Era Mónica, la amiga que siempre me
buscaba cuando no tenía una mejor
compañía para ir de compras. En realidad
no me importaba porque al final de cuentas
era divertido salir de mi madriguera de vez
en cuando, pero era un martirio salir a las
seis de la mañana un sábado fríoy nevado,
nunca le pude decir que no, así que acepté.
A las ocho de la mañana tenía que pasar
por ella, el viaje de mi casa a la suya
tardaba una hora y media, por lo que ya
tenía que dejar mis cálidas mantas para
vestirme.
Cruda realidad.
Cuando llegué su mirada delató que
estaba de un pésimo
humor,
había
discutido con su hermana mayor y con su
madre, pero al final salióganando ella,
caprichosa
como
siempre,
había
conseguido que su padre le obsequie su
propia tarjeta de crédito. Qué suerte tienen
las cabronas!
No hablamos mucho en el bus, cuando
bajamos en la puerta del shopping noté
cómo se le iluminaban los ojos al ver las
vitrinas, era una compradora compulsiva,
tenía todo su armario siempre a la moda,
recuerdo el verano pasado en que meofreció toda su ropa nueva porque
simplemente le había dejado de gustar y
apenas tenía diecisiete años, yo sentía
envidia porque era la chica linda, rubia y
caprichosa que gustaba a todos los chicos
que conocía, sin embargo no era una tonta
porque
los
usaba
para
su
propia
conveniencia, cuando no se le apetecía
asistir a clases simplemente le pedía a un
pobre incauto quele haga la tarea o que le
invite un helado, o lo que se le antoje,
nunca supe que alguien le dijera que no.
–... Al final de cuentas son solo hombres–
decía con arrogancia.
Hicimos el mismo recorrido de siempre,
de cada tienda siempre tenía que comprar
algo, lo hacía como si fuera un deber o
como un vicio, cuando exhausta para el
medio día quiso almorzar eligió un Mc
Donalds, pasandopor alto que no me
gustaba la comida chatarra.
–¡Si mi madre se entera!– dijo ansiosa,
mientras iba devorando una hamburguesa,
aún le quedaban otras en la mesa, todas
para ella, yo me conformé con un helado
de medio kilo, porque no resistía la
tentación.
De pronto un grupo de muchachos que yo
nunca había visto se acercaron y uno en
especial me llamó la atención, cabellos
oscuros yondulados, ojos negros, piel
extremadamente blanca, me recordaba a un
personaje vampírico de un libro que había
leído el año pasado, de hecho me parecía
demasiado familiar, como si lo conociera
de algún lado, pero era absurdo intentar
hacer memoria ya que hacía mucho tiempo
que no tenía amigos, se me ocurrió pensar
que tal vez le conocía de otra vida...–que
locura.
Nos saludaron– mejordicho se acercaron
para saludarle a ella–yo como siempre era
la invisible, indigna de ser vista con ella,
en fin, el muchacho que me llamó la
atención me saludó aún sin conocerme,
mientras los demás se concentraban en
Mónica a quien le hacían preguntas bobas
y ella emocionada se sentía en su
elemento.
–...Ser el centro de atención es mi
debilidad– luego confesaría comiendo la
últimahamburguesa.
Tan obvio.
Ella
iba
respondiendo
todas
sus
preguntas, pero al muchacho en cuestión le
ignoró por completo–pero yo no– porque
vi en sus ojos algo extraño, diferente a los
demás, algo especial que hacía que se
iluminara el rostro, sin embargo su mirada
al igual que el resto posaba en Mónica,
cuando el grupo se fue, me contó que hace
poco se los presentaron en unafiesta de su
prima gorda.
–... Se trata de un grupo de frikis de
mierda.– dijo luego aburrida.
Yo no sabía cómo preguntarle quién era
aquel chico misterioso, porque si notaba
mi interés era capaz de burlarse de mi y yo
no podría resistirlo, así que final no lo
hice.
Esa noche soñé con él, esta vez me
miraba de la misma forma que a ella, y
supe descifrar que la amaba, me dolió
darme...
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