Sin Marcar

Páginas: 12 (2784 palabras) Publicado: 30 de septiembre de 2012
Cartas sin marcar
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23 de septiembre de 2012
La imaginaria

Sanguínea, pasión, sexo. Un cerebro envuelto en llamas, un corazón hervido, en una ebullición potente y sostenida, urdido con amores livianos y uno solo encarnado.

La pinté un miércoles temprano, mientras bebía un café con dos cucharadas de azúcar, leche y canela,debió ser por la canela que me salió tan atrevida, tan encandilante. Es una mujer de palabras extendidas, silencios breves, por qués punzantes, peligrosos, filosos, que destajan cerebros en cualquier descuido de millonésima de segundo.

Mucho antes de pintarla, me obsesioné con ella, con sus ojos mirándome, desnudándome de golpe. Las palabras no dichas, pero pensadas mil veces, insistentes, hastaque me obligué a gritarlas una noche desértica, para que se desvanecieran y perdieran el sentido, pero quien se desmayó fui yo.  

Cinco días con sus noches estuve pensando cómo hacer la puesta en escena, cómo inducir los trazos y que me saliera sin mayor esfuerzo, porque a fin de cuentas ya me la sabía de memoria. Tuvimos entonces un par de conversaciones leves, cual si se tratara de un raspónsuperficial en la piel que arde sin contacto.

Pude haberle recitado sin pausa una tras otra las muchas ideas, curiosidades y estupideces varias que me inspiraba verla, escribirle unos trece guiones cinematográficos en la boca, abrirle de golpe y sin más miramientos la jaula a mis deseos de comérmele el cerebro con una porción doble de patatas.

Sin embargo no lo hice, no del todo, no hubotiempo, no hubo lugar. Siempre supe que ella tampoco sabía volar, que si bien pertenecíamos a mundos distintos (lo cual, en si, no suponía que yo no podría convertirme también en un ser novelesco, esbozado apenas en un documento desaliñado y foráneo, para casarme con ella)  lo que en realidad nos separaba era su maldito desanimo, las ganas firmes que arrastraba de echar por tierra todo cuanto yohabía soñado un día cuando escasamente me hacía gente.

Me muero de ganas, eso dijo. Debí adivinar que se trataba de una de sus curiosas y variopintas estratagemas para seducir aquello que parece inevitablemente perdido, muerto, pero resucitó, por lo menos cierta parte mía obedecía a sus apetitos de nuevo.

Odio mis impulsos vanos, mis retos estúpidos, porque sé de entrada que no van a valerla pena, pero aun así me lanzo al ruedo, me echo un clavado en medio del pavimento. Odio saber que la tenía perdida antes de poder sentirla siquiera entre mis fauces.

He ahí mis odios, incomprensiblemente antes de conocerla yo declaraba no odiar nada, después detesté llenarme de embelecos tan rápidamente, de dejar que las palabras se enmelotaran y se hicieran intragables después de sermentadas, que me invadiese tan prontamente la vergüenza por las confesiones hechas, por comprobar que no las merecía, odié las manzanas que siempre dejaba a medio comer, un lado destrozado por sus dientes, el otro mortecino, de color café, vencido por el tiempo, por las alimañas imperceptibles, por los hongos de sus suspiros lejanos.

Odio haberla perdido, la dejé olvidada sobre la mesa, bajo un vaso amedio beber de bourbon, en el polvoriento cuchitril que frecuento, lleno de degenerados que, como yo, se enamoran de mujeres imposibles, imaginarias, hipotéticas, falaces, apócrifas y fantásticas. 
Publicado por Un Chat (vetmuar) en 09:06 Sin comentarios:
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Mil Palabras

Te recuerdo, a media luz, entresombras ya, después de tanto tiempo, las situaciones, tu rostro y mis suturas se han vuelto visiones borrosas, desperdigadas por doquier en la habitación, hacia donde quiera que vea estás, pero diferente, no sé si la voz que te adjudico es la tuya, si el color de tus ojos era alcornoque, avellana o marrón.

Sobre la mesa de noche están tus cartas, vencidas por los años, junto a las promesas rotas...
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